UN COMENTARIO SOBRE LAS FALLAS
Este finde vino Darlinton de visita, para solicitar fondos y poder acabar el colegio de formación profesional del que se ocupa en Lagos (Nigeria). Como son días de fiesta en Valencia, lugar de donde procedo, las calles están llenas de fallas.
Las fallas son rompedoras en muchos aspectos: una inmensa escultura, fruto de todo un año de trabajo, que se quema a los pocos días (arquitectura efímera); todo un pueblo que se vuelca en su fiesta (que no es curiosamente una excusa para emborracharse: en Valencia la gente no bebe hasta perder el autocontrol); son fiestas familiares (participan los abuelos, padres y niños…)
Pero hay algo que se nos ha pasado por alto a los valencianos y que choca tremendamente al resto del mundo que contempla las fallas…

Y es la procacidad de las figuras. La naturalidad, mejor, descaro, con la que se muestra la parte más burda del ser humano, la licencia del desnudo…
También, al ser algo crítico, todo lo popular está ahí: los políticos, los curas, los actores… he aquí sin embargo un hecho fehaciente de un accidente cultural: los islamistas no entienden ninguna representación que tenga que ver con ellos. Y por eso, aunque había muchos planes de representarles en las fallas, no ha aparecido ninguna. Toda una civilización en pie de guerra, que no intenta comprender a otra.
Darlinton, sonrojado, al mirar a los ninots (le llevé al museo del ninot -las figuras individuales más celebradas de cada una de las 350 fallas) me preguntó horrorizado
¿dónde tienen la sensibilidad que son capaces de mirar esto con naturalidad?
Y yo me pregunto ¿No hemos ido ya demasiado lejos?