Entendiendo a los moros

La oposición frontal no es hacia el cristianismo sino hacia Occidente. ¿Quién es el malo?

Vamos a analizar:

Decimos que occidente, se quiera o no, tiene raíces cristianas. Mirando a occidente deberíamos concluir que de cristiano tiene muy poco.

  1. Se mata a los niños antes de que puedan defenderse, hablar, o mirarte (nos referimos al aborto); y se mata con dinero público. Se aborta a espaldas de los padres. Siendo la poligamia un tabú social, se anima a que los jóvenes se den a la promiscuidad administrando preservativos y píldoras abortivas en los institutos y dispensarios médicos.
  2. Se puede decir cualquier cosa de cualquiera en aras de la libertad de expresión: vamos, que mientras te mean debes decir que llueve; ¿cuánta libertad de prensa cabe por qué cantidad de respeto a los derechos de nuestros semejantes, que conviven con nosotros compartiendo la misma aldea global?
  3. Se vive de espaldas a los hijos ya que la madre y el padre trabajan y no tienen tiempo: prefieren contratar a alguien que ocupa su lugar; así, no se educa a los hijos. Y se le echa la culpa al colegio y a la educación.
  4. La pornografía aparece por todos sitios; hay películas verdes a cualquier hora, sin importar que la audiencia sea menor o no. La mujer aparece desnuda (y ahora también el hombre) despojándola de su ser persona, simplemente mostrándose como un objeto de deseo. Y todo ello vestido de una conquista social moderna.
  5. Satán es un personaje simpático: aparecen monigotes de demonios para colgarlos por todos sitios; la gente se disfraza de demonio; la mirada de satán aparece por doquier («no fear»); la sociedad acepta «demonizarse» sin obstáculos. Pero si hay alguien que se rebele defendiendo un criterio propio y distinto al de la mayoría, (por ejemplo, la Iglesia Católica) entonces se le demoniza de verdad…
  6. La juventud es objeto de abyecta perversión: se les ha animado al consumo de estupefacientes, alcohol y sexo (con preservativos), unido a música rock (a menudo satánica). Esto se ve en occidente como una conquista de las libertades.
    Los occidentales se desmarcan de su propia religión; ahora aseguran que no tienen nada que ver con ella, que son laicos. Se come en occidente de caprichos: mira qué gordos están; si siguen creciendo no van a poder moverse de casa.
  7. Aberración equivale a conquista de la libertad: Los hombres se casan con los hombres. Y se pide que se acepte lo que no es normal, como normal.
  8. El matrimonio es algo demasiado fuerte para ser asumido como unión del hombre y la mujer para toda la vida.
  9. Los hijos son un castigo, una carga inaguantable; uno debe hacer todo lo posible para no tener hijos; luego, si vienen, hay que aprender a disfrutarlos y, si se puede, a quererlos (qué remedio).
  10. En occidente no se sabe qué hacer con el dinero: se vive obsesionado con comprar cosas que no se necesitan. Como civilización, se gastan el dinero en guerras absurdas contra países islámicos; además apoyan a Israel, un país que contra toda lógica busca exterminar el estado islámico de Palestina, que fue obligado por occidente en 1945 a aceptarles en su territorio.

En su cabeza los moros son, por lo menos coherentes. Piensan:

  • Prefiero ser Islámico aunque tenga que vivir más pobre;
  • mis mujeres me atenderán.
  • Alá es mi Dios y Mahoma, su profeta: él se apiadará de mí y me llevará al paraíso (expréss, si logro cargarme a alguno de estos occidentales).
  • La poligamia es necesaria para crecer, aunque discrimine a las mujeres: es ideológicamente correcta.
  • Que el prepotente y acomodado primer mundo se ría con chulesco racismo de los nuevos parias del cuarto mundo (estos moros que llamáis, están mal pagados y os sirven en vuestras casas y ciudades como metecos sin derechos) clama al cielo.
  • Cuando un anfitrión invita a alguien a su casa (como han hecho los europeos con nosotros, esta nueva clase de servicio manual y doméstico, mayoritariamente musulmana) no tiene derecho a insultar a sus huéspedes ni debe tomarse la libertad de humillarles, de ridiculizarles en público o de robarles sus pobres señas de identidad vulnerable.
  • ¿Qué me cuentas de su racismo? Mira cómo se ríen de nosotros: ¿Y quién conduce?
    En un coche van un moro, un negro y un gitano. – ¿Quién conduce? – La Guardia civil.

Escrito por Juan F. Fernández