El metepatas

¿Quién no se ha encontrado con una persona que es inoportuna, habla de lo que no debe y se halla en el lugar menos indicado a la peor hora?

Una tertulia de un colegio mayor andaluz. El invitado es un Obispo (Católico). Los estudiantes, poco acostumbrados a administrar silencios, no los toleran. Y, como siempre, habla primero el más tonto:

– Señor Obispo… Su padre, ¿también era obispo?

El metepatas recibe la impresión (y el codazo) de que «algo ha salido mal», sin encontrar el motivo exacto. Al segundo, para «arreglarlo» dice…

– Uy… no, nooooo. Me he equivocado: ¡que los obispos no tienen padre!

Hay veces que hay que poner un bozal al niño pequeño…

Queriendo agasajar adecuadamente al invitado, la dueña de la casa se ha esmerado en preparar una comida exquisita. Al tiempo de la despedida el agasajado expresa su agradecimiento: «¡Deliciosa comida, señora! ¡En mi vida he comido tan bien como hoy!»

«Ni nosotros tampoco» ‑comenta el hijo de la anfitriona, un niño de cinco años.