EXTRAÑA COSA EL TIEMPO
Un día nacimos. Nuestra madre nos empujó a la vida. Pasado el primer
minuto ya habíamos consumido sesenta segundos de la vida. Podríamos
decir que nacimos para vivir; para dejarnos llevar por el correr del
tiempo… arrollados por el tiempo. «Páralo, para que piense qué
puedo hacer con él…» ¡Imposible!

Siguen los pensamientos sobre el tiempo (Continúa…)

El tiempo. La cuarta coordenada (x, y, z… tiempo). Una coordenada tan extraña: podemos desandar lo andado; pero no podemos devolver el tiempo ya transcurrido. Podemos medir un lapso de tiempo: y una vez medido, ese lapso desaparece para siempre. Jamás podremos hacer nada con él: no volverá; ya fue. ¿Para qué fue medido? ¿qué importa lo que midiera si no volverá a durar?
Y así seguimos… en un eterno rodar donde no pasa nada y todo pasa. Y así viven muchos, nacen, pasan su infancia tan ricamente, van al colegio, al instituto, a la universidad… las chicas el primer afecto; el matrimonio, los hijos, la familia, los nietos, la caja, el cementerio. Punto: nada bueno ni nada malo. El tiempo pasó y la vida fue devorada.
La extraña cuarta dimensión.Tiempo hay para todos: cada uno tenemos TODO EL TIEMPO DEL MUNDO. No se nos da mucho ni poco tiempo: se nos da TODO el tiempo. Así, las 24 horas del día de hoy son todas ellas para mí; aunque yo quisiera compartirlas no podría: son sólo para mí.
Ese tiempo, decíamos, se puede medir; pero no se puede reutilizar, ni remansar: ni decir -» Ahora que tengo poco quehacer, uso 12 horas todos los días; ¡ya habrá temporadas en las que me venga muy bien usar 36 horas!» ¡Imposible! Con el tiempo mismo no se puede hacer nada.
La auténtica gestión del tiempo consiste en que nosotros decidamos lo más sabiamente posible qué cosas vamos a hacer mientras tengamos tiempo.
El tiempo no cambia a las personas: las hace más mayores, agosta las ilusiones; acorta los objetivos; hace las perspectivas angostas y los intereses más mezquinos. Es verdad que cambiar cuesta tiempo. Pero es tiempo bien empleado (en cambiar). El mero transcurrir de las horas y de los días consume una vida, pero no la mejora.

Pensado (y pedaleado) por Perico Alcover