Un pequeño en su oración le preguntaba a Dios:

Señor, sé que tú eres mi creador, que me has dado todo a cambio de nada, me has enseñado que debo esperar todo de ti, que contigo nada me podrá faltar, pero sabes, tengo una profunda duda y esta noche quisiera preguntarte, ¿Señor, tú me necesitas? ¿Por qué me creaste? , si tú lo eres todo y eres infinito me pregunto a mi mismo, siendo un ser tan pequeño e insignificante ¿podré servirte de algo? ¿Acaso me necesitas?

Continúa la metáfora…

Hijo mío, en tu pequeñez está tu grandeza, tú sintetizas toda la maravilla de la creación.

Pero Señor, soy solamente uno más entre 5,500 millones de seres humanos, soy tan infinitamente insignificante que no me explico por qué dices que soy importante.

Cada ser que yo he creado es único e irrepetible y he dado a cada uno una importante misión que cumplir, la cual la debes realizar libremente y con amor.

¿Una misión?, no entiendo, ¿acaso no puedes hacer el mundo como tú quieres?, sé que tu poder es ilimitado.

Le he dado al ser humano una alma libre que posee dos grandes virtudes: la inteligencia y la voluntad, y su mayor facultad es ejercerlas con libertad, es el único camino para llegar al amor verdadero.

Pero Señor, insisto, ¿tú necesitas al ser humano? ¿qué necesidad tienes de nosotros si tú lo eres todo?

Hijo mío, te necesito porque sin tus ojos no podría contemplar la grandeza de la creación, sin tus manos no podría continuar mi obra realizando avances para que el ser humano se pueda desarrollar plenamente, sin ellas no podría consolar a los desposeídos, a los abandonados, a los que necesitan una caricia de consuelo, dar un trozo de pan a un hambriento, sin tus manos no podría acariciar a una criatura, dar la ternura que tantos necesitan, no podría cerrar tantas heridas y acunar a un niño al momento de nacer.

Sin tus labios no podría pronunciar palabras de consuelo, sin ellos no se podría predicar la verdad, defender a los pobres y olvidados, sin tu voz no podría hacer llegar mis mensajes a toda la humanidad, ¿no te das cuenta que necesito comunicarme con el hombre a través tuyo?

Sin el cuerpo de los seres humanos no podría continuar la creación, el hombre y la mujer son mis orfebres y en el vientre de una madre se manifiesta mi grandeza.

El pequeño le interrumpió.

Señor, entonces es cierto, tú me necesitas, hoy me siento más importante que nunca, te prometo que descubriré mi misión y seré parte digna de tu creación.

Finalmente Dios, con voz suave le dijo:

Pequeño, tú eres mi esperanza, en tu sonrisa se rebela el sentido de la alegría del amor y en cada una de tus lágrimas la sensibilidad profunda de mi creación, vive con la libertad y nunca lo olvides: sin ti nada podría realizar, te amo infinitamente y deseo que tú me ames libremente y ambos vivamos intensamente la realización en el amor.

El pequeño, con una sonrisa en sus labios y con una profunda esperanza finalmente en paz, durmió.

Miguel Ángel Cornejo

Fuente: Libro «Compromisos para ser Líder» Pag. 205