La incoherencia de los cristianos que no practican o de los ateos que practican

Fue una boda por lo civil en la ciudad de A Coruña, en el Palacio de María Pita.

La mayoría de bodas, la mayoría aplastante, fueron bodas católicas.

Quizás hay menos práctica en asistir a bodas civiles. En muchos queda la imagen que Joaquín Sabina expresó de las bodas no religiosas (triste como una boda por lo civil, que dice la letra de Así estoy yo): sin ceremonia, ni pompa ni boato, un aquí te pillo aquí te mato breve y nada alegre.

Continúa la anécdota-comentario…

Aún así, a veces se puede presenciar una ceremonia con música, textos de Khalil Gibran, emotivas intervenciones de los novios y de la oficiante, aplausos, y todo ello en un marco comparable con las majestuosas iglesias: el salón de plenos de un ayuntamiento de tradición, con dos ujieres engalanados flanqueando a la concejala, que preside el acto.

Porque quizás para esos novios es más coherente casarse así y ahí. Un católico sin práctica religiosa es lo mismo que un ateo practicante: una tremenda incoherencia.