Pureza. Suprimir la ocasión

Para mantener el peso hace falta saber qué nos engorda y evitarlo. Para mantener la pureza de corazón hace falta determinar las ocasiones y darles «el esquinazo».

Continúa con una simpática anécdota…

Una familia trata de hacerse sitio en la Playa de Gandía. Mamá, cargada con cubos y rastrillos, con la comida a cuestas y tres niños pequeños se ha ido haciendo paso. Papá, con la esterilla y un par de niños se ha quedado rezagado, y además distraído. La madre le llama: – Pepe, ¡Peeepeee! Pepe, panzón, calvete y con gafas gruesas se ha parado y está distraído «mirando el panorama»; no oye a su mujer… Ella deja a los niños y avanza rápidamente hacia su embelesado marido. Hay tensión en el ambiente. Al llegar, quita las gafas a Pepe al mismo tiempo que le dice decidida: – Ya está: se acabó. Muerto el perro se acabó la rabia. Y Pepe la siguió dócilmente mientras ella, triunfal, llevaba las gafas en la mano.