Juan fue a unos ejercicios espirituales (o curso de retiro). Llegó y después de esos días de oración y de examen intenso, llamó a sus amigos universitarios para tomarse una cerveza y compartir sus pensamientos: Chicos, he hecho un motón de examen estos días y he tomado una decisión drástica y valiente; debéis cambiar todos…

Es lo que pasa cuando no hacemos un examen de conciencia personal, que acabamos fijándonos en problemas de otros, o en otros problemas. En el fondo es cobardía o pereza… Sigue una anécdota ilustrativa del examen de conciencia…

Un anciano que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no le frenó en manifestar sus fuertes opiniones. Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: «El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre esta vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto». El anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: «Querido, estás mirando un espejo»