Vamos a querer a Dios; ya le entenderemos en el futuro.

Me decía Toñi, madre totalmente dedicada a su hijo tetrapléjico que ella no echaba las culpas de la situación a Dios (aunque tampoco entendiera la voluntad de Dios… por que no se nos pide entenderla, sino amarla, que es distinto). Pero que estaba segura de que Dios les estaba ayudando enormemente a sobrellevarla.

Continúa con una anécdota con intención…

EL NÁUFRAGO

El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. El oró fervientemente a Dios pidiéndole ser rescatado, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero no parecía llegar.
Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias.
Un día, tras de merodear por la isla en busca de alimento, regresó a casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido… lo había perdido todo. Quedó anonadado con tristeza y rabia.
«Dios: como me pudiste hacer esto a mi!» se lamentó. Temprano al día siguiente, sin embargo, fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Había venido a rescatarlo.
«Como supieron que estaba aquí?» preguntó el cansado hombre a sus salvadores. «Vimos su señal de humo», contestaron ellos.