Consejo infernal

Dicen que una vez Satanás reunió en asamblea a todos los demonios – Congreso infernal- con el fin de discutir los medios más aptos para engañar a los hombres. Se levantó un demonio y propuso:
– Lo mejor sería persuadir a los hombres de que Dios no existe.
La propuesta no agradó a la asamblea.
• Aunque les digamos que no existe Dios – explicó Satanás -, es tan evidente que existe, que no nos creerían.
• Podemos decirles –terció otro demonio- que no hay infierno.
Satanás intervino de nuevo:
• Aunque lleguemos a persuadirles de que no hay infierno, seguirán creyendo en el cielo y deseándolo.
Puesto en pie un demonio viejo, dijo con solemnidad:
• Bien, se ha insinuado lo difícil, que es quitar a los hombres ideas tan claras como las de Dios, cielo, infierno, alma….
Dejémoslos con sus ideas. Tratemos de persuadirles de que la vida es muy larga, de que tienen mucho tiempo, de que no hay prisa para preocuparse y ocuparse en salvarse y santificarse.
Un aplauso cerrado acogió esta sugerencia. Muchos demonios vinieron inmediatamente a la tierra con esta propaganda. El éxito fue y sigue siendo extraordinario.

En caso de que la anécdota fuese cierta (que se pongan de acuerdo los demonios no está nada claro), se sigue una pequeña conclusión…


Además de los clásicos enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne, hay otros dos –decía San Josemaría Escrivá – el después y el mañana. Las cosas buenas que no hacemos, casi nunca es o querer hacerlas, sino por dejarlas para después. El que se mete por el camino del «después» suele acabar en el camino del «nunca».