EL POZO Y EL CUBO (una historia para la cuaresma)

– ¿Qué aprendes tú en tu vida de silencio?   Preguntó el visitante a un monje de clausura. El monje, que estaba sacando agua del pozo, le respondió:
– Mira al fondo del pozo, ¿qué ves?
El hombre se asomó al brocal del pozo.
– No veo nada.
El monje se quedó inmóvil y en silencio y, después de un rato, dijo de nuevo a su visitante.
– ¡Mira ahora! ¿Qué ves? El visitante obedeció:   Ahora me veo a mí mismo en el espejo del agua. El monje le explicó:
– Ya ves. Cuando yo meto el cubo en el pozo el agua está agitada. Sin embargo ahora el agua está tranquila.
Así es la experiencia del silencio. El hombre se descubre a sí mismo.

Después del cuento una reflexión sobre el silencio interior y exterior…

REFLEXIONES

Nos encontramos en un momento apropiado y en el que además se nos invita a buscar el silencio como forma de adentrarnos en la dinámica cuaresmal. Al  reflexionar sobre esta invitación, espontáneamente he recordado esta historia – parábola.

Lo que me ( nos?) ocurre es que «buscar el silencio» no me resulta fácil, «hay tantos cosas que hacer».  Y, además el «ruido» lo llevo como muy metido dentro hasta el punto de que tengo la sensación de que formó pode de mi propio ser e intimidad. De ahí que el SILENCIO me resulta molesto, porque me encamina a mi propio verdad; esto es, «el hombre se descubre a sí mismo » y en tantos momentos, ni siquiera es agradable dicho descubrimiento.

Y, con todo necesito ese silencio, ese acallamiento- oro que la vida, la historia, los acontecimientos los demás personas Dios mismo puedan HABLARME y yo les pueda escuchar porque Sé que sólo desde ahí podré desarrollar mi proyecto personal y de vida. ¡Cuán difícil pero necesario es el silencio en mi vida!.