Resuenan en las iglesias los maltrechos bolsillos de los cristianos. Un 13% acude a Misa los domingos, que en total es un número superior al de aficionados que presencian partidos de fútbol en el país más occidental de Europa. Pero por lo visto los anónimos contribuyentes -denostados cristianos- sacan billetes de cinco, diez, veinte y cincuenta euros.

¿Razón? Día de Cáritas, una institución de la Iglesia Católica que ha dado de comer este año en sus comedores de Caridad -seas nacido o no nacido en el país- a miles de personas cada día. Los números se triplican de un periodo a otro.

Y mientras el Pacto de la Pobreza -con un presupuesto de billones de las antiguas pesetas- no ofrece una solución real para esta realidad doliente, las ONGs católicas, como Cáritas, que dependen de la buena fe de tanta gente buena, solucionan de hecho la urgente necesidad de comida de tantas familias puestas de patitas en la calle. 

Papá Estado está fallando estrepitosamente.

Cuántas familias, que ya no pueden confiar en la Seguridad Social, ni en «ayudas» (todos sabemos a dónde van, quiénes se benefician en este país corrupto) dan gracias a Dios por haber tenido cinco y seis hijos. Ellos son su Seguridad Social, si esos padres han sido capaces de mantener los vínculos de amor de esas familias. 

Y, aunque también los hijos estén en apuros, todos colaboran para sacar adelante a los padres.

¡Qué consuelo tan grande es tener a un Dios detrás! Y qué vacío tener de «sostén» a un Estado que se tambalea.

Juan Francisco Fernández