La necesidad de un cuerpo limpio y de un cerebro sano es un signo de normalidad de la persona. 

 Anormalidad es el exceso de simetría en las mesas, exceso de limpieza en la casa (polvo, vasos); en el cuerpo, en la cara… 

He oído de casos de personas que tienen agorafobia, que no pueden ni salir de casa. 

Continúa la historia que comparte experiencias…

Esta enfermedad en el alma se llama escrúpulo. 

El escrúpulo es miedo. Miedo a la mancha, miedo a defraudar, a fallar, a no poder, al fracaso, al castigo, al fuego inextinguible… 

Una casa sin desahogadero, sin cañerías ni tuberías que conduzcan al pozo ciego, es no sólo ilegal, sino impensable: explotaría de inmundicia y podredumbre. Olería peor que una pocilga. 

¿Dónde nos desahogamos? ¿Dónde nos sinceramos? ¿En las discotecas con el alcohol? ¿Con los amigos? ¿Solos, en casa, ante el espejo? ¿Con el perro? 

Para dar una respuesta certera hay dos preguntas clave, todavía: una es si estas personas nos escuchan de verdad y la otra es si están realmente preparadas para ayudar nuestra intimidad, para aventurarse en nuestra conciencia, para obtener la llave de lo profundo del alma.