CONSUMISMO A MACHAMARTILLO
Se nos fija la mente y lo ponemos como objetivo, a cualquier precio.
Cuando Benjamin Franklin era jóven, cometió un error del que se acordaría durante toda su vida.

Se enamoró locamente de un silbato en su tienda local

Tal era su obstinación que cuando por fín llenó su hucha, le faltó tiempo para romperla e ir a la tienda. Acumuló todas las monedas encima del mostrador y pidió el silbato, sin preguntar siquiera cuanto valía.

Luego volvió por el camino, tocando alegremente el silbato por todo el camino y luego dentro de la casa. Estaba loco de alegría, hasta que su madre y sus hermanos le preguntaron cuanto le había costado el silbato y al oír la inverosímil respuesta, se echaron a reir a carcajada limpia