Asistí al “Supermercado de la vida” y me llevé varias sorpresas. En el pasillo “religión” no había ni un alma, los anaqueles estaban llenos, pero nadie se acercaba a ellos. Se veía que por ese pasillo casi no transitaba gente, pues estaba algo polvoso. Escogí algunos productos de entre sus anaqueles y los eché a mi carrito. Seguí mi camino y me encontré con el pasillo “estudios”. Este pasillo estaba un poco más poblado que el que acababa de pasar, había muchas opciones, productos muy baratos, otros de regular precio y unos muy caros. Había una variedad de opciones y de todas las calidades. Tomé algunos artículos después de analizar contenido, fabricante, precio, marca, etc. y los deposité en mi carrito de super. Tomé el carrito y entré a otro pasillo, éste era el “familia”, pocas gentes vi en ese pasillo, casi todos niños y ancianos. Ni un joven vi por allí y sí vi varios adultos, echando en su carrito productos de los anaqueles; se notaban desesperados, como queriendo reponer el tiempo perdido; eso me llamó mucho la atención. Yo tomé algunos productos después de analizar su contenido y los beneficios que me traería al usarlos. Seguí mi camino y me topé con un pasillo lleno de publicidad, carteles, luces, foquitos por todos lados y productos con empaques muy atractivos. Había una gran variedad de productos, de diferentes calidades, tamaños y precios. Todos los empaques llamaban mucho la atención, el pasillo estaba lleno de adolescentes y jóvenes, era el pasillo “sexo”. Miré cómo algunos carritos estaban llenos a su totalidad de estos productos. Me llamó la atención un empaque en particular: era una caja enorme, con colores y empaque muy bonitos y llamativos, fue tanta mi curiosidad que, sin que se dieran cuenta los vigilantes de la tienda, lo abrí muy despacio para ver su contenido, pero me llevé una gran desilusión: el paquete estaba vacío… pensando en que el fabricante había cometido un error, tomé otro igual y lo abrí, pero el paquete también estaba vacío. Me dio mucho coraje y empecé a rabiar contra el dueño de la tienda ¿cómo es posible que venda sólo empaques, sin contenido dentro, engañando a sus consumidores? Regresé el producto al anaquel y seguí por los pasillos. Entré a uno que se llama “amigos”, ahí sí que había grandes variedades y había desde productos excelentes hasta unos de dudosa procedencia y baja calidad. Me encontré algunos productos olvidados, de esos que fueron buenos, pero pasaron de moda. Elegí algunos productos excelentes y otros de “los olvidados”, las demás gentes del pasillo me miraban extrañadas al ver que seleccionaba productos “olvidados”. Había un pasillo al que no quise entrar, se llama “vecinos” y es que son productos tan complicados y tenía tanta prisa, que mejor ni entrar a verlos. Por último, llegué al pasillo “trabajo”, nuevamente me encontré con muchas opciones y elegí no el que más me gustó, sino el que podía comprar, el que más se adecuaba a mis posibilidades, pero de todas formas era bueno. Este pasillo estaba lleno de los “caza ofertas”, buscando gangas, productos que ofrecieran muchos beneficios con poca inversión. Por fin llegué a la fila de la caja registradora. Todas las cajas registradoras estaban llenas y esperé pacientemente mi turno, aprovechando el tiempo observando lo que otros compradores traían en sus carritos. Pocos eran los que traían productos del pasillo “religión”, la mayoría de esos productos eran muy pequeños; era difícil reconocerlos en los carritos, los traían como “escondidos”. Artículos del pasillo de “estudios” tampoco había muchos, aunque en algunos carritos sí se veían algunos, de diferentes precios y tamaños. Del pasillo “familia” se veían un poco más que los del pasillo “religión”, pero eran también pocos. Los fabricantes del pasillo “sexo” debían estar felices, casi todos los carritos estaban repletos de sus productos y me quedé pensando: siendo tan maravillosos estos productos, ¿porqué se empeñan en engañar así a los consumidores? Se notaban ansiosos de llegar a la caja, irse a casa y empezar a usar esos “novedosos” productos. Se veían algunos productos del pasillo “amigos”, pero todos de moda, nadie traía ninguno de “los olvidados”. Algunos otros traían productos del pasillo “vecinos” y más de la mitad habían decidido comprar artículos del pasillo “trabajo”, de ese pasillo había muchos productos muy variados en los carritos de los clientes, pero principalmente eran productos en oferta. Por fin llegué a la caja registradora, la cajera me miró extrañada y me dijo: “hace tiempo que nadie compraba artículos del pasillo de “religión”, tengo entendido que el dueño del super piensa en quitar esa sección” y continuó: “El pasillo que está siendo un éxito es el de “sexo”, qué raro que Ud. no traiga productos de ese pasillo”. Yo me limitaba a escuchar a la cajera. Ella continuó: “Estos productos del pasillo “amigos” están caducos, ¿de todas formas los va a llevar?” Respondí afirmativamente. “Bueno”, me dijo ella “Usted no es un consumidor común, ha comprado artículos muy diferentes a los demás clientes y no ha comprado lo que compra la mayoría, pero le voy a decir un secreto: los que lleva usted son de buena calidad y casi no hay ganancia para el dueño, pero los que llevan casi todos los demás…no sirven, pero le dejan muy buena utilidad al negocio”. Le agradecí el comentario, pagué y me retiré pensando: ¿habré hecho una buena compra?, ¿puse en mi carrito lo que necesitaba?, ¿me faltó comprar del pasillo “vecinos”? o ¿debí haber devuelto a los estantes alguno de los que ya había puesto en mi carrito? Bueno, pensé, en mi carrito está lo que YO he puesto, nadie más lo puso en MI carrito, la próxima vez que venga al super, sacaré de mi carrito lo que no me gusta y compraré lo que me hace falta.

Autor: Javier Alvarez