El rey David se
paseaba una tarde por la terraza del palacio real y vio desde allí a
una mujer muy bella. Preguntó el rey quien era y uno de los servidores
le dijo: «Es Betsabé, hija de Eliam, esposa de Urías el jeteo.» David
faltando al sexto mandamiento, envió gentes en busca suya y se apoderó
de aquella mujer que no era suya. Luego pecó con ella, cometiendo
pecado de impureza y adulterio.    Entonces David, como había faltado
al honor de Urías, maquinó algo horrible contra él. Como estaba en
guerra, escribió una carta a Joad diciéndole: «Poned a Urías en el
punto donde más dura sea la lucha y cuando arrecie el combate retiraos
y dejadle solo para que caiga muerto.» Joad, que asediaba la ciudad,
puso a Urías en el sitio donde sabía que estaban los más valerosos
defensores. Los de la ciudad hicieron una salida contra Joad y cayeron
muchos, servidores de David y entre ellos murió Urías.    El mal que
había hecho David contra Urías y su esposa fue desagradable a los ojos
de Dios. Pero el Señor tuvo misericordia de David.    De parte de Dios
fue el profeta Natán donde el rey David para anunciarle lo mucho que le
había ofendido. Natán dijo al rey: «Juzga este caso: Había en una
ciudad dos hombres, el uno rico y el otro pobre. El rico tenía muchas
ovejas y muchas vacas y el pobre no tenía más que una sola ovejuela,
que él había comprado y criado, con él y con sus hijos había crecido
juntamente, comiendo de su pan y bebiendo de su vaso y durmiendo en su
seno, y era para él como una hija. Llegó un viajero a casa del rico, y
éste, no queriendo tocar a su ovejas ni a sus bueyes para dar de comer
al viajero que a su casa llegó, tomó la ovejuela del pobre y se la
aderezó al huésped.» Encendido David fuertemente en cólera contra aquel
hombre, dijo a Natán: «¡Vive Yavé que el que tal hizo es digno de
muerte y que ha de pagar la oveja con siete tantos encima por haber
hecho tal cosa, obrando sin piedad.» Natán dijo entonces a David: ¡Tú
eres ese hombre¡ He aquí lo que dice Yavé, Dios de Israel: Yo te ungí
rey de Israel y te libré de las manos de Saúl. Yo te he dado la casa de
tu señor, y la casa de Israel y Judá. ¿Cómo, pues, menospreciando a
Yavé, has hecho lo que es malo a sus ojos? Has herido a espada a Urías,
jeteo; tomaste por mujer a su mujer, y a él le mataste con la espada de
los hijos de Ammon. Por eso no se apartará ya de tu casa la espada, por
haberme menospreciado tomando por mujer a la mujer de Urías, jeteo. Así
dice Yavé: Yo haré surgir el mal contra ti de tu misma casa.» David
dijo a Natán: «He pecado contra Yavé.» Y Natán dijo a David: «Yave te
ha perdonado tu pecado. No morirás.»    Natán abandonó el palacio del
rey. Y más tarde Dios castigó a David. El rey oró y ayunó ante el Señor
pasando las noches acostado en tierra.

El rey David se apoderó de la esposa de Uría    Por
Gabriel Marañón Baigorrí > >>(Pureza)>