El saber no tiene precio
 
Unos 300 años antes de Cristo, Euclides impartía clase de matemáticas en la ciudad de Alejandría. En cierta ocasión, un alumno le preguntó que para qué servían aquellas demostraciones tan extensas y complejas.
 
Con toda la calma del mundo, Euclides, dirigiéndose a uno de los estudiantes presentes, le pidió encarecidamente: – Dele una moneda y que se marche.
Lo que éste busca no es el saber, es otra cosa.