Atención Educativa (o como se llame) es una asignatura que se imparte dos veces cada semana a los alumnos que optan por no asistir a Religión.

Los alumnos de 13 años que asistían a AE no estaban dispuestos a estudiar dos días a la semana, ni yo a que hicieran lo que quisieran. Por ello preparé un programa que les pudiera ayudar, entendiendo y respetando su situación. La asignatura que trata de temas tan variados como la higiene, cuidado de la ropa, aprender a decir que no, cómo adquirir hábitos estables, respeto a los mayores, familia, autocontrol (o el peligro de usar preservativos y de no entrenarse en autocontrol), cuántos hijos y porqué…

Una veintena de temas, que por diversos conductos -siempre a través de colegas- llegó a los oídos de la dirección de mi Instituto. No pasó ni dos días cuando el director me llamó.

Después de afirmar que era agnóstico y de preguntarme (asumiéndolo) si yo era cristiano practicante de fe profunda (a lo que dije que sí) me aseguró que no eran temas que yo pudiera tocar en clase, puesto que eso era un centro público y no un colegio religioso. Por ejemplo, me decía no puedo ofrecer en mi clase todas las posibilidades en el asunto del aborto, del preservativo, de la familia y sus tipos, por que tenía una perspectiva claramente cristiana.
Le pregunté si le había llegado por alguien que yo hubiera dicho algo irrespetuoso o fuera de lugar. No. No había dicho nada de eso: simplemente, sabiendo mi programa, él estaba convencido que les iba a dar mi visión, contrapuesta a una visión científica…

Está claro que todos somos personas -me decía- y todos somos seres sexuados, con actividad sexual. Se debe hablar del preservativo a los adolescentes: sería horrible que se extendiera los embarazos como el de la niña de diez años… No podía yo hablar del preservativo como una desventaja, ni siquiera en caso de que dificulte el autocontrol. 

Me pidió que no diera la clase así, que la replanteara, sin enseñar nada de esto a los alumnos. Él estaría más tranquilo de aquella manera, sin que yo «adoctrinara» a los alumnos.

Ese fue para mí mi primer round. Tantas cosas que argumentar y que rebatir, que necesitaban algo de tiempo.

Estos son los errores de base que encontré en esa situación:

Primero, el darme cuenta de que los laicistas están sinceramente convencidos de que están en la verdad y de que los «religiosos» viven en una burbuja que ni tiene sentido, ni tiene que ver con la vida real.

Segundo la contraposición entre colegios privados (o concertados), que se tienen como «católicos» y los colegios públicos, u oficialmente «laicistas», esto es sin una moral integral, sino sólo parcial y cambiante que es dictada por los políticos o los medios de telecomunicación. Como si los ateos no tuvieran o no pudieran tener colegios privados… Los hay.

Tercero: para ser neutral uno debe exponer asépticamente todas las posibilidades. Aquí pienso que si se duda de alguien, es lógico que se dude de todo el mundo: no se podría hablar de esto en la escuela.

Cuarto: que la vida, la concepción, el sexo, la familia son conceptos religiosos. No lo son: son conceptos que se han ideologizado: la moral ha pasado de ser estable e inmutable a una moda cambiante y relativa.

Quinta: que la ciencia (la razón) es enemiga de la religión. Esa es la mayor falacia que se encuentra detrás de los argumentos de un laicista. Son incapaces de ver la lógica detrás de la religión. Y la religión, la fe es muy razonable.

Como me decía un compañero profesor, entre risas, esto no es el final: aunque yo no soy eclesiástico, con la Iglesia hemos topado.

Aunque esa clase no la damos de la misma manera, ya he seleccionado unos cuantos vídeos y canciones, que serán probablemente más efectivos.

Como decía Benedicto XVI todos estamos en el camino buscando la verdad, aunque algunos no lo saben…