La ideología de género, nueva encíclica de la ONU, lleva a oponer masculino y femenino, con la asunción que el género femenino necesita protección contra el masculino. Eso es, en resumen, la lucha de clases en clave sexista. Marxismo puro. Indoctrinación pura. Una brutal lavada de cerebro.

Por eso llama la atención que los científicos tengan tantas cuitas, pongan tanto esmero en diferenciar sexualmente a especies extinguidas, a partir de restos de bichos de hace millones de años.

El enigma del sexo de la «señora T»

Por primera vez, los paleontólogos son capaces de distinguir entre machos y hembras en los reptiles voladores tras descubrir un ejemplar y su huevo fosilizados

Continúa con una detallada explicación, que es anécdota de sexo…

Si es difícil sexar un pollo, cómo no va a serlo conocer el sexo de un reptil volador del Mesozoico. Hasta ahora, los paleontólogos tenían serías dudas sobre si los restos que descubrían en yacimientos habían pertenecido a una hembra o a un macho. Había poco dónde mirar. Pero el hallazgo de un antiguo fósil, al que han bautizado como la «señora T», permitirá por primera vez a los científicos hacer distinciones entre los dos sexos en los pterodáctilos, los monstruos alados que protagonizan muchas escenas de la película de Steven Spielberg Jurassic Park III. El trabajo aparece publicado en la revista Science.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Leicester descubrió el reptil volador fosilizado junto a un huevo en unas rocas de 160 millones de años en la provincia de Lianoning, en el noreste de China. Se trata de la primera evidencia directa del sexo en estos gigantes extinguidos, ya que el ejemplar, que tenía una envergadura de casi un metro, murió cuando estaba a punto de poner sus huevos en un accidente en el que se rompió su antebrazo izquierdo. Posiblemente, la muerte se produjo durante una tormenta o una erupción volcánica, muy común en esa parte de China durante esa época. Los restos demuestran que las hembras carecían de cresta, mientras que los machos lucían una muy vistosa y espectacular.

Una señal atractiva

Los pterosaurios, también conocidos como pterodáctilos, dominaron los cielos en la era mesozoica, la de los dinosaurios, hace entre 220 y 65 millones de años. «Muchos tienen una cresta en su cabeza. En los casos más espectaculares, éstas pueden alcanzar cinco veces la altura del cráneo», explica David Unwin, paleobiólogo de la Universidad de Leicester. «Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que estas crestas se utilizaban para algún tipo de exhibición o señalización y que solo la lucían los machos, pero, en ausencia de cualquier evidencia directa, la idea era solo una especulación y los animales con y sin cresta eran a menudo separados en dos especies completamente diferentes».

El nuevo fósil descubierto, la «señora T» (una contracción de la «señora Pterodáctilo») viene a despejar las dudas. Ella carece de cresta y tiene las caderas anchas, posiblemente para facilitar el paso de los huevos, mientras que los machos pueden distinguirse por sus caderas más estrechas y una «corona» bien desarrollada en su cabeza. Posiblemente, esa cresta servía a los machos para intimidar a sus rivales o para fardar y conquistar a las hembras, una cuestión que ha intrigado a los científicos durante más de cien años.

«El sexo es uno de los atributos biológicos más fundamentales, pero es extremadamente difícil identificarlo con certeza en el registro fósil. Ser capaz de sexar un pterosaurio es un gran paso adelante», asegura Unwin. El investigador está dispuesto a «jugar a casamentero» para unir a los machos y hembras de la misma especie que habían sido separados por los científicos en especies distintas.

Pequeño y de cáscara blanda

El hallazgo del fósil de Pterosaurio también arroja luz sobre su reproducción. El huevo de la «señora T» es relativamente pequeño y tenía una cáscara blanda. Esto es típico de los reptiles y completamente diferente de las aves, que ponen huevos más grandes y de cáscara dura. Debido a que un huevo pequeño requiere menos inversión de materiales y energía, supone una clara ventaja evolutiva para los pterosaurios y tal vez un factor importante en la evolución de las especies gigantes como el Quetzalcoatlus, de diez metros de envergadura.

Extraído de aquí…