Amor a
la libertad
Algunos piensan que la “libertad” es un logro de
las ideologías llamadas “progresistas”, y creen que los que tienen una fe
profunda y vivida mirarán con recelo esta condición humana. Otros, no saben
distinguir “libertad” de “libertinaje”, de abuso de la libertad, de mal uso de
ella. Pero si es verdad que sin
libertad no habría pecado, más cierto aún es que sin libertad no habría amor:
el amor no se puede forzar contra el libre albedrío, sería falso.
Josemaría Escrivá
tenía un gran amor a la libertad personal, propia y ajena, y la unía siempre al
contrapeso de la responsabilidad: el que no quiere ser responsable de sus
actos, no ama de verdad la libertad.
Decía a sus hijos
del Opus Dei: “Os dejo en herencia, en
lo humano, el amor a la libertad”. Y, a los Directores de los Centros de la
Obra: “En la duda, estad por la libertad
y no os equivocaréis”.
“Soy
amigo de la libertad -aclaraba-
porque es un don de Dios, porque es un
derecho de la persona humana, porque, con libertad y responsabilidad personal,
se hubieran evitado la mayor parte de los crímenes del mundo”. [i]