VIRUTAS DE MADERA PRECIOSA:

QUIEN Nos dice que no nos incomodemos por pequeñeces, seguro que no ha dormido nunca en un cuarto con un mosquito.

CUANDO A UN INSULTO SE DEVOLVÍA OTRO INGENIOSO

Se cuenta que un día se encontraron en una acera de Madrid Jacinto Benavente y José María Carretero, más conocido por su seudónimo de El Caballero Audaz, gran corpachón, metro noventa de estatura y espadachín conocido por sus varios duelos, que dijo contemplando al gran dramaturgo, pequeño, delgado, barba cuidada y fama de afeminado:

-Yo no cedo el paso a maricones.

-Pues yo sí -dijo Benavente bajando de la acera.