VIRUTAS DE MADERA PRECIOSA:
«Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene» (Baltasar Gracián)

 Mal negocio. 
Un niño, de unos nueve años, asiste con su padre a la Santa Misa. 
En el momento de la comunión el crío, con aspecto tristón, no hace ademán de acercarse a comulgar. 
Entonces interviene el padre: 
– Vamos a comulgar. – Yo no puedo, papá -responde el pequeño, lloroso. 
– A ver, hijo, ¿qué te pasa?. Y el niño, ya llorando, confiesa: 
– ¿No sabes aquella pluma que me regalaron cuando hice la Primera Comunión?. Pues, la vendí por diez euros. 
El padre, con esa pedagogía que enseña el cariño, le acaricia diciéndole: 
– Hijo mío, eso no es un pecado; eso es solo un mal negocio. Anda, vamos a comulgar. 
Adaptado de Jesús Urteaga

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No todo mal negocio es pecado. 
Pero todo pecado es un mal negocio. 
En realidad el pecado consiste en tomar por bueno lo que es malo, o por malo lo que es bueno. 
Y eso es siempre un error, un desorden, un mal negocio.