Las personas están antes que los bienes temporales

Ciertamente, es muy necesario para un país el crecimiento económico y la creación de riqueza,

y que esta llegue a todos los ciudadanos sin que nadie quede excluido.

Y eso es necesario.

La creación de esta riqueza debe estar siempre en función del bien común, de todos, y no de unos pocos. Y en esto hay que ser muy claros.

«La adoración del antiguo becerro de oro  ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro»

(Evangelii gaudium 55). y (cf. Ex 32,1-35)

Las personas cuya vocación es ayudar al desarrollo económico tienen la tarea de velar para que éste siempre tenga rostro humano.

El desarrollo económico tiene que tener rostro humano.

¡NO a la economía sin rostro!

Y en sus manos está la posibilidad de ofrecer un trabajo a muchas personas y dar así una esperanza a tantas familias.

Traer el pan a casa, ofrecer a los hijos un techo, ofrecer salud y educación…

son aspectos esenciales de la dignidad humana, y los empresarios, los políticos, los economistas, deben dejarse interpelar por ellos.

No cedan a un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad.

En la economía, en la empresa, en la política lo primero es la persona y el hábitat donde vive.