Hombres de cuerpos duros y mentes blandas, decía la canción

No idealices a las top de las portadas, no existen, advierte Gobierno sueco

El año en que vivimos digitalmente.

La manipulación de imágenes alcanza todos los ámbitos, desde el ocio a la comunicación María del Mar Rodríguez. LA VANGUARDIA – 05/02/2006

Una pareja abrazada posa sonriente junto a un Jaguar plateado. La fotografía transmite una inequívoca sensación de felicidad y éxito: se diría el certificado de haber conseguido el sueño americano. Otros han preferido ese toque hogareño de posar con toda la familia en la barbacoa del jardín. La puesta de sol en Hawai compite con la terraza en Acapulco a la hora de lograr esa imagen romántica y paradisiaca que siguió al banquete de bodas en un salón inevitablemente kitsch. ¿Real?, ¿Imaginario? Ni lo uno ni lo otro, porque ahora hay un estadio híbrido intermedio entre la realidad y el deseo llamado Photoshop.

Los personajes y las situaciones descritos existen; los lugares,también. Pero sólo son eso, escenarios digitales que han salvado ese pequeño obstáculo llamado realidad que hace que unos y otros se sitúen en las antípodas.

Las fotografías han sido tomadas a presos de Estados Unidos en el interior de recintos carcelarios durante las visitas autorizadas de familiares y amigos. Su posterior tratamiento digital ha permitido convertir la fría pared de la sala penitenciaria en un escenario a la carta donde poder elegir entre destinos exóticos, parajes románticos u hogareños. El catálogo de escenarios donde situarse es la quintaesencia del imaginario colectivo made in USA.Suites con yacuzzi, dúplex en Manhattan y atardeceres en Hawai sustituyen de un plumazo las frías y desnudas paredes de las prisiones de alta seguridad. La manipulación es tan buena que es imposible que el ojo humano note el engaño.

La organización Friends Beyond the Wall (FBW), especializada en servicios para la más que numerosa población reclusa de Estados Unidos, ofrece por 10 dólares el camino más corto entre la cadena perpetua y la libertad… virtual. La popularización de programas de tratamiento digital de imágenes, especialmente el célebre Photoshop, de Adobe, empieza a facilitar a los ciudadanos de toda condición un servicio que ya es moneda corriente en el mundo de la ficción y la publicidad y que se extiende peligrosamente por el periodismo.

‘Photoshopping’

El photoshopping, así llamado por quienes lo practican, se utiliza hoy en todos los ámbitos y con todo tipo de fines particulares, profesionales, políticos e incluso artísticos. La circulación de fotos trucadas de personajes famosos es uno de los pasatiempos preferidos en internet y un rotundo ejercicio de sátira política. Del más o menos inocente divertimento personal o compartido, se pasa a auténticos delitos y fraudes en fotografías utilizadas como pruebas en procesos judiciales. El catálogo de posibilidades tampoco excluye las prácticas más abyectas, que proliferan en las cloacas de internet, como el trucaje de fotos de menores desaparecidos para nutrir las redes digitales de pederastas.

Más que un juego para masoquistas e ilusos irredentos, FBW parece haber encontrado razones prácticas de peso que explican el éxito del servicio que ofrece a presos y familiares. «Olvídese de dar explicaciones de dónde se tomaron las fotos», se ofrece como argumento incontestable para padres, hijos y esposas de encarcelados, que escriben agradecidos a la organización satisfechos de poder exhibir ahora sus fotos en la vitrina familiar o en la oficina. Esta idea podría prosperar en un futuro en álbumes de lunas de miel digitales o viajes familiares a Disneyworld. La clásica sección de antes y después de la web de FBW muestra casos donde la gran variedad de escenarios posibles no se corresponde con la uniformidad de los protagonistas. Varones negros e hispanos son mayoría, lo que ya no se cambia manipulando píxeles.

La galería de fotos en nada se parece a las imágenes de los ejecutivos que la empresa californiana Adobe muestra en su web. WASP (blancos, angosajones, protestantes) sobre fondo gris, quizá a tono con el Jaguar. Pero es difícil mirar las fotos sin pensar por un momento que ellos también beben de su pócima milagrosa. Una arruga, un diente no del todo alineado, un poquito más de brillo en los ojos. El retoque es uno de los principales usos del programa creado en 1989 y que hasta la fecha ha vendido más de seis millones de licencias en todo el mundo. Las sucesivas versiones del producto son aptas para usuarios sin conocimientos de informática; otras grandes compañías de software han ido sacando productos similares para no profesionales. Un número creciente de gadgets digitales incorporan de serie programas de manipulación de imágenes que harían las delicias de los artesanos fotográficos de Stalin.

La línea entre mejorar la realidad y jugar con ella es cada vez más fina y polémica, cada vez se sitúa más al alcance de todos; del Rey para abajo. La felicitación navideña utilizada por Zarzuela producto del photoshopping causó cierta controversia. Enla llamada era del posrealismo hay defensores y detractores de este tipo de técnicas, muy frecuentes asimismo en publicaciones científicas para facilitar lo que el ojo humano no podría percibir sin algo de manipulación.

En publicidad y carteles electorales es una práctica generalizada y empieza a suceder lo mismo en revistas de moda, belleza y prensa del corazón. Pero el Gobierno sueco ha entendido que se está llegando demasiado lejos en la manipulación de fotografías de las modelos de portadas y ha lanzado una campaña que desmonta todos los trucos: «No intentes parecerte a ellas, sencillamente no existen».

Un Simpson muy negro

El periodismo no sólo hace que las estrellas brillen todavía más mediante pequeños aumentos digitales de labios, senos o liposucciones de píxeles; grandes cabeceras de Estados Unidos han protagonizado sonados escándalos con fotos manipuladas.

Durante el proceso de O. J. Simpson, la revista Time fue duramente criticada por una portada donde se oscureció deliberadamente la piel del deportista y su mirada resultaba amenazante. Tal vez buscaban convertirle en un cliente potencial de FBW; un elemento más que añadir a ese circo que fue el juicio del siglo. Conforme proliferan los programas de manipulación fotográfica, surge una creciente demanda para desenmascararlos. El FBI y la agencia Reuters, entre otros, utilizan programas informáticos sumamente especializados para detectar los fraudes fotográficos. The New York Times ha anunciado esta semana la próxima aparición de programas más sencillos con los mismos fines basados en el lenguaje de programación Java. Consultores y especialistas son requeridos para analizar sencillas fotos de objetos puestos en páginas de subastas como e-bay o incluso fotos de personas en servicios de citas por internet como el popular match. com. Y es que tal vez para satisfacción de Hitchock se impone la sospecha, aunque ya nadie sonría como Gary Grant y todo sea a base de combinaciones de ceros y unos.