El Museo Reina Sofía pierde una escultura de 38 toneladas de peso

Un problema de examen de conciencia, de tener listo el inventario, de contar lo que tenemos; de tener la cabeza en lo que nos falta. E incluso de que esa casa tenga dueño…

08:34:32 – 18/01/2006Vocento VMT -Ni en Registro ni en Gerencia del museo se han hallado facturas del pago del depósito de la obra a esta empresa desde 1992. Tampoco se reclamaron desde Macarrón.
La realidad sigue empeñada en superar a la ficción y, por imposible que parezca, el Museo Reina Sofía ha perdido una escultura de Richard Serra de 38 toneladas de peso. No se sabe dónde está, ni quién la tiene, ni siquiera si sigue en pie. La rocambolesca historia es digna del mejor guión de Hollywood. Todo comenzó en 1986. El museo (aún no funcionaba como tal, sino que figuraba como Centro de Arte Reina Sofía, dependiente de Cultura y dedicado a celebrar exposiciones temporales, bajo la dirección de Carmen Giménez) encarga al artista norteamericano una escultura que formaría parte de una exposición, con obras además de Baselitz, Saura, Chillida, Tàpies y Twombly, y abierta del 26 de mayo al 15 de septiembre, con la que se inauguró el Centro.
Richard Serra ideó la pieza «Equal-Parallel/Guernica-Bengasi», en acero, formada por dos bloques de 148,5 por 500 por 24 centímetros y otros dos de 148,5 por 148,5 por 24 centímetros. El museo la adquirió en 1987 al propio artista por 450.000 marcos (unos 36 millones de pesetas de entonces). Un precio que se ha disparado, dado que la cotización de Serra (para muchos el escultor vivo más importante) no ha hecho más que subir. Su valor en el mercado sería hoy muy alto.
Como el centro (convertido en museo nacional en 1988 gracias a un Real Decreto y cuya Colección Permanente no se inauguró hasta 1992) no contaba con unos almacenes que pudieran albergar una pieza de estas características, se envió a una empresa especializada en el almacenaje de obras de arte, Fluiters, situada en Torrejón de Ardoz. Según fuentes del Reina Sofía, la obra también estuvo en SIT. Hasta 1990, año en que la obra se vuelve a montar para exhibirse, durante un breve espacio de tiempo, en el Reina Sofía. En noviembre de ese año pasa a otro emplazamiento: Macarrón S. A. en Arganda del Rey, especializada en montaje y almacenaje de obras de arte.
Y ahí empieza en realidad lo rocambolesco de la historia. Supuestamente, la escultura ha estado allí todo este tiempo. En 1998, esta empresa se disolvió por suspensión de pagos y la Tesorería de la Seguridad Social embargó la nave (no su contenido). Pero en todos estos años ninguno de los directores del museo parece que se haya acordado de esta obra (la única de Serra de su colección). Tomás Llorens estuvo del 88 al 90; María Corral, del 90 al 94; José Guirao, del 94 al 2000; Juan Manuel Bonet, de 2000 a 2004 y, desde entonces, Ana Martínez de Aguilar. Y ha sido ésta precisamente quien se ha dado cuenta de su desaparición. Como parte del Plan Museográfico puesto en marcha por ella, está estudiando desde su llegada todos los fondos y depósitos del MNCARS. Una de sus intenciones, manifestada en público, fue instalar la escultura de Serra en la sala A1 del edificio de Sabatini. Y así se lo explicó al artista, en una visita de éste a Madrid, con motivo de la presentación del gran conjunto de piezas realizado para el Guggenheim de Bilbao. Y fue el propio Serra quien dio el visto bueno a esta sala para exponer su escultura.
Pero cuál fue la sorpresa de la directora del museo cuando hace un par de meses comprobó que nadie sabía decirle dónde estaba la obra. La situación se volvió más surrealista si cabe cuando desde Macarrón (en la actualidad Martínez Macarrón y Asociados S. L.) se niegan a comunicarle nada. Tanto en Registro como en Gerencia no hay facturas del pago del depósito de la pieza a esta empresa desde 1992. Inexplicable. Trece años sin que conste en el museo ningún pago a Macarrón y sin que esta empresa reclamase los pagos. Martínez de Aguilar se pone inmediatamente en contacto con la subsecretaría de Cultura, quien toma cartas en el asunto. Tras la reunión del Patronato celebrada ayer, y en la que se nombró a Carlos Solchaga nuevo vicepresidente del mismo, tanto Antonio Hidalgo, subsecretario de Cultura, como la propia directora del museo comentaron a ABC los pormenores del suceso. Hasta donde pudieron, pues el caso está «sub judice», en plena investigación policial.
Cuenta Hidalgo que él mismo ordenó «una información reservada, previa a cualquier actuación, que se encargó al gerente del museo. A la vista de esta información decidimos remitir los hechos a la Brigada de Patrimonio Histórico, porque podía haber un tipo de actuación ilícita y ser constitutiva de delito. Nosotros no podíamos investigar más». ¿Pero qué explicación da la empresa? «No da respuesta», dice. Hidalgo confirma que no se han encontrado facturas del depósito desde 1992: «Sólo hemos hallado facturas iniciales, pero tampoco consta la reclamación de la empresa». ¿A quién corresponde la responsabilidad en el museo? «Afecta a Registro y Gerencia -explica-. Hay que revisar los archivos completos del museo. Puede que se haya pagado, pero no aparezcan las facturas. Es muy extraño. Hoy por hoy, la situación es que tenemos un depósito en una empresa privada y que ésta no nos devuelve lo depositado. Y eso que se envió un requerimiento notarial a Jesús Macarrón, director gerente de la empresa». ¿Se ha informado hoy (ayer) al Patronato de lo ocurrido? «No pormenorizadamente, pero sí se le ha comunicado».