LA PIEDRA DE HACER SOPA
Cuando se siembra unidad, concordia, altruismo y grandes ideales, hay alegría. En un ambiente cargado de personas centradas en sí mismas, en sus propios problemas, hay pronto roces y surgen los malentendidos, disputas, y obstáculos de convivencia. Huimos de nuestros problemas (surgidos o creados por nosotros mismos) concentrándonos en nuestro egoísmo; la misma situación, trasladada a la sociedad, políticamente hablando, se podría denominar nacionalismo. He aquí un cuento de generosidad, amistad y bien común. (Continúa)

En un pequeño pueblo una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño correctamente vestido que le pedía algo de comer. Lo siento dijo ella- pero ahora mismo no tengo nada en casa.

No se preocupe, dijo amablemente el extraño, tengo una piedra de sopa en mi cartera. Si usted me permitiera echarla en una olla de agua hirviendo yo haría la sopa más exquisita del mundo. Consiga una olla muy grande por favor.

A la mujer le picó la curiosidad, puso la olla al fuego y fue a contar el secreto de la piedra a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquél extraño sujeto y su famosa piedra de sopa. El extraño dejó caer la
piedra en el agua, luego probó una cuchara con verdadera delectación y exclamó: ¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.

¡Yo tengo unas patatas en mi cocina! gritó una mujer.

Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas a la sopa. El extraño volvió a probar el brebaje: ¡Excelente! Dijo y añadió: Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido más apetitoso.

Otra persona que estaba a la expectativa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño tras aceptarlo cortésmente, introdujo en la olla. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: ¡Ah qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, mmm.

Una de las vecinas fue corriendo a su casa y volvió con una canasta llena de cebollas, tomates y pimientos. Después de introducir las hortalizas en la olla, el extraño probó nuevamente la sopa y con tono autoritario dijo: ¡la sal!

Aquí la tiene, le dijo la dueña de la casa. A continuación dio otra orden: ¡platos para todo el mundo!

La gente se apresuró a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y vino para los allí reunidos.

Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa.

Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, conversaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alboroto, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo