Si no creemos en Dios acabaremos creyendo cualquier cosa
Dios es la necesidad más imperiosa que el hombre lleva dentro. Su huella va impresa en lo más profundo de nuestro ser. Por eso, quien no tiene a Dios, inventa su «dios».
Los pueblos y los hombres que han perdido la fe en Dios, están dispuestos a creer las mayores memeces. «No tienen fe. Pero tienen supersticiones» (Camino 587).
Empezaron perdiendo la fe y acaban perdiendo la razón.
Y Dios es único: no hay nada capaz de sustituirle. Los ídolos a los que el hombre ha ido esclavizándose a lo largo de los siglos, no le han dejado más que decepciones. «Un doble pecado ha cometido mi pueblo: dejarme a mí, la fuente de aguas vivas, para excavarse cisternas agrietadas, incapaces de contener el agua». (Jeremías 2,13).

Dios o ídolos

El 13 de agosto de 1973, la agencia Efe divulgaba la siguiente noticia:
«Doscientas personas pasaron dos horas ayer, domingo, rezándole a una caja de plástico en un hotel de Londres. Los extraños «fieles» afirman que se trata de la primera batería del mundo que opera con el poder de la oración… Su carga espiritual puede almacenarse durante siglos para soltarla en tiempos de desastre, como una guerra o una peste… Según uno de los asistentes a la extraña reunión, varios gobiernos están interesados en la batería espiritual «.