Cierta vez, se paseaba San Agustín, cerca de una playa, meditando sobre la Santísima Trinidad y cómo era posible que hubiera 3 Personas en un mismo y único Dios.

En esto, se encuentra con un pequeño que, sentado en la arena, intentaba llenar un baldecito con arena.
El santo le pregunta:
– Qué estás haciendo?
A lo que el niño le responde:
– Quiero poner toda la arena de esta playa en este baldecito.
– Pero no! Eso no es posible!
Entonces, nuestro Buen Niño le responde:
– Asi mismo…tampoco es posible que el misterio tan grande de la Santísima Trinidad sea comprendido por la mente humana!
Dicho esto, el Niño desapareció.

Continúa otra versión similar de la misma anécdota

Cuéntase que mientras San Agustín se encontraba en la playa preparándose para dar una enseñanza sobre el misterio de la Santísima Trinidad, vio a un niño tratando de vaciar el agua del mar en un hoyito que había hecho en la arena. Al preguntarle San Agustín qué estaba haciendo, el niño le respondió que estaba tratando de vaciar el mar en el hoyito, a lo que le contestó el Santo: “Pero, ¡estás tratando de hacer una cosa imposible!” Y el Niño le replicó: “No más imposible de lo que es para ti entender o explicar el misterio de la Santísima Trinidad”. Y con estas palabras el Niño desapareció.

Excavado
de aquí…