Un atentado y un cáncer

Dos casos de curación extraordinariamente rápida y duradera en la misma persona (años 1986 y 1987)

El 27 de diciembre de 1985, un grupo terrorista llevó a cabo un grave atentado en el aeropuerto de Schwechat, en Viena. Bombas de mano y ráfagas de ametralladora sembraron el pánico entre los viajeros que esperaban el despegue de sus respectivos aviones.

Wolfgang, profesor de Física, nacido en 1935, era una de las personas que se encontraban en el aeropuerto en aquellos momentos. A consecuencia del atentado, sufrió gravísimas heridas producidas por balas y restos de metralla. Inmediatamente fue trasladado a un hospital y sometido a intervención quirúrgica. La operación duró siete horas. Veinticuatro horas más tarde sobrevinieron complicaciones que le condujeron al borde de la muerte. Sin embargo, contra todos los pronósticos, se recuperó de todas las lesiones en un tiempo verdaderamente record: el 15 de enero de 1986, tres semanas después del atentado, fue dado de alta y regresó a su casa al volante de su propio coche.

Continúa la narración de esta historia REAL, para los que se preguntan por qué Dios no actúa estos días…

Un año después, Wolfgang se sometió a un reconocimiento médico rutinario. Aunque se encontraba en plenas condiciones físicas subjetivas, se descubrió la existencia de un carcinoma de próstata con abundantes metástasis en pulmones y huesos. El pronóstico era malísimo. Inmediatamente comenzó un tratamiento que, en sólo cuatro meses, llevó a una regresión completa de la enfermedad.

Estos dos grandes favores fueron atribuidos por el enfermo y su familia al entonces Siervo de Dios Josemaría Escrivá, a cuya intercesión recurrieron muchas personas con gran fe. El carácter prodigioso de la doble curación reside no tanto en el hecho de haberse conseguido, puesto que en los dos casos se instauró enseguida el oportuno tratamiento, sino en la rapidez verdaderamente extraordinaria con que se resolvieron situaciones que normalmente requieren meses y años para llegar al mismo resultado.

Un cuadro de extrema gravedad

Cuando, el 27 de diciembre de 1985, tras la acción terrorista, Wolfgang llegó al hospital, le fueron diagnosticadas las siguientes lesiones: 1) perforación del pulmón izquierdo con hemotórax (abundante derramamiento de sangre en la cavidad pleural); 2) contusión del pulmón derecho; 3) herida en el abdomen causada por arma de fuego, con perforación del íleo y sin orificio de salida del proyectil; 4) heridas por arma de fuego con incrustación de proyectiles en tibia derecha y mandíbula.

La operación, correctamente realizada, se propuso atajar las lesiones más importantes, es decir, las que afectaban a tórax, abdomen y tibia. Sin embargo, veinticuatro horas más tarde se presentaron graves complicaciones, previsibles en un politraumatismo de tanta importancia: insuficiencia pulmonar, por lo que hubo que practicar al paciente la respiración artificial; fracaso renal, con isostenuria y fuerte poliuria (demostrativas de fracaso de la función renal); insuficiencia hepática con colestasis (estancamiento de la bilis).

Las estadísticas muestran que en los traumatismos con lesiones múltiples, cuando se producen fallos agudos de algún órgano o sistema, la mortalidad es del 20% en el caso de insuficiencia de un solo órgano (aunque sube a un 30-40% si ese órgano es el pulmón), y experimenta un incremento del 10-20% por cada sistema u órgano más que se encuentre afectado. En el caso presente, la mortalidad previsible oscilaba entre el 50-80%. En una situación semejante, lo normal es que se requiera un tratamiento intensivo de tres o cuatro semanas, siempre que no intervengan otras complicaciones (infecciones, laceración pulmonar, embolia pulmonar). Después de este período, el paciente es sometido por otras dos semanas a las curas ordinarias de un hospital, y finalmente a cuatro semanas de rehabilitación.

En resumen: la evolución positiva de estos politraumatismos prevé un mínimo de cuatro o cinco semanas de hospitalización (tres o cuatro en una UCI, unidad de cuidados intensivos) y otras tantas de rehabilitación. En el caso que nos ocupa, el paciente permaneció sólo doce días en la UCI y una semana en régimen hospitalario normal. Como se ve, los tiempos de recuperación fueron extremadamente rápidos: lo que normalmente requiere varias semanas de duración, se resolvió en pocos días.

Los parientes y amigos de Wolfgang son concordes en atribuir esta rapidísima evolución favorable a la intercesión del entonces Siervo de Dios Josemaría Escrivá, a quien desde el principio acudieron muchas personas en demanda de ayuda.

A los nueve días, una mejoría sorprendente

En efecto, una sobrina de Wolfgang, apenas tuvo noticia del atentado y de la gravedad de las heridas sufridas por su tío, comenzó a invocar al Fundador del Opus Dei. Conocedora de la fama de santidad de Josemaría Escrivá, le resultó espontáneo acudir a su intercesión. A esa oración se unieron enseguida muchos otros parientes y amigos. Durante la semana sucesiva al atentado, cuando el estado del paciente era crítico, el recurso al Siervo de Dios fue constante y asiduo por parte de muchas personas. El hermano del paciente, profesor de Medicina Interna en la Universidad de Viena y jefe del departamento de Medicina Interna de un hospital vienés, testimonia: «Su mujer y muchos parientes rezaron sin interrupción. También un gran número de fieles del Opus Dei, laicos y sacerdotes, que conocían a mi hermano, hicieron novenas al Siervo de Dios (…). Al noveno día se verificó una mejoría sorprendente, tanto que doce días después del incidente el herido pudo ser trasladado de la unidad de cuidados intensivos a la sección de Medicina Interna del hospital».

Efectivamente, el 4 de enero (noveno día después del accidente) se retiró al enfermo el respirador artificial. Como las radiografías mostraban todavía una atelectasia (zona colapsada) del lóbulo superior del pulmón izquierdo y se comprobó la existencia de una hipoxemia (oxigenación deficiente de la sangre), los médicos decidieron recurrir a la suministración intermitente de oxígeno durante tres días más. No se produjeron, sin embargo, ninguna de las temibles complicaciones que suelen ocurrir en estos casos (sobre todo laceración pulmonar), a pesar del estado verdaderamente lamentable en que se encontraban los pulmones, especialmente el izquierdo.

En los días sucesivos, la mejoría fue aún más espectacular. El 10 de enero, el enfermo pudo ya levantarse de la cama (habían transcurrido poco más de dos semanas desde el atentado), y el 15 dejó el hospital al volante —como se ha dicho— de su propio coche. De momento caminaba con la ayuda de un bastón (no hay que olvidar que había sufrido también herida de bala en la tibia). Sin embargo, una semana más tarde, participó ya en una fiesta social con baile, y un mes más tarde se inscribió en una competición de esquí alpino, en la que fue cuarto entre veinte participantes.

Todos reconocen que esta recuperación rapidísima de todas las funciones que habían estado gravemente comprometidas se debe a las invocaciones dirigidas a Dios por medio del Fundador del Opus Dei. Su hermano no duda en afirmar: «Esta curación repentina y permanente, en una situación en la que su vida estaba en peligro, hay que atribuirla a que nuestras oraciones fueron escuchadas gracias a la intercesión del Siervo de Dios Josemaría Escrivá».

Un año después

Un año después del atentado, Wolfgang se sometió a un reconocimiento cuya única finalidad era comprobar la buena funcionalidad de los órganos que tanto habían sufrido en el atentado. Se encontraba subjetivamente bien: había reemprendido plenamente su trabajo docente y de investigación, así como su habitual e intensa actividad deportiva: tenis, gimnasia, esquí. Pero los exámenes médicos evidenciaron que un nuevo elemento, completamente ajeno al incidente del año anterior, ponía de nuevo en grave peligro su vida.

Las radiografías pulmonares, en efecto, mostraron numerosas manchas, probables signos de metástasis de un cáncer de origen desconocido. Alarmados, los médicos trataron de localizar el tumor primario mediante análisis muy variados. El examen radiológico del esqueleto con isótopos radioactivos demostró la existencia de otras metástasis en todos los huesos de la pelvis. La investigación del antígeno prostático específico (PSA), prueba para conocer la actividad prostática, reveló que era 80 veces superior a lo normal. Exámenes posteriores permitieron llegar al diagnóstico conclusivo: «carcinoma prostático altamente maligno con numerosas metástasis pulmonares y óseas». Según la clasificación internacional de este tipo de tumores, el cáncer correspondía al nivel D 2 (con metástasis a distancia).

Inmediatamente se comenzó un tratamiento hormonal y quimioterápico que duró cuatro meses. El paciente siguió trabajando con normalidad durante este período. Al término se comprobó que las manchas pulmonares habían desaparecido completamente de las radiografías, no había signos de metástasis óseas y las cifras hematológicas eran normales. El test sobre la actividad prostática resultó completamente normal. A la vista de estos resultados, se suspendió la quimioterapia y se decidió continuar sólo con el tratamiento hormonal.

Los médicos afirman que se trata de un resultado muy excepcional, teniendo en cuenta que las metástasis habían afectado a órganos ya gravemente comprometidos por el atentado. Además, la experiencia clínica muestra que un cáncer de esas características, tras una reacción inicial positiva al tratamiento en el 40% de los casos, recidiva y en el plazo de dos o tres años produce la muerte del 80% de los enfermos. En el caso de Wolfgang, en cambio, los análisis efectuados cuatro años después muestran que la curación ha sido completa y duradera. «Esta evolución es tan poco normal —afirma el hermano médico—, que se decidió verificar la exactitud de los resultados del primer diagnóstico. A pesar de todo, se confirmó la exactitud de aquel diagnóstico y del estadio a que la enfermedad había llegado».

También en esta nueva prueba, los parientes y amigos de Wolfgang se muestran convencidos de la intervención sobrenatural del Fundador del Opus Dei, al que muchas personas hicieron novenas, una tras otra, en cuanto tuvieron noticia del descubrimiento del cáncer y del mal pronóstico de la enfermedad.

Extraído de AQUÍ…