ELOGIO DE LA LENTITUD

La rapidez es algo que ha introducido el hombre en la vida y no cabe duda que sus consecuencias nos afectan a todos. El estrés de las sociedades llamadas avanzadas arruina las ventajas del progreso. Se cita Japón como ejemplo de prisa infernal. Allí se multiplican los casos de «karoshi», que es la muerte por exceso de trabajo. Parece que el estrés aumenta las neurosis y, con ellas, las caries y la alopecia. Suenan voces que reivindican ir más despacio. Pero… ¿cómo?

Continúa la contribución…

-Por ejemplo, duerma más. Dormir reporta innumerables beneficios a nuestra salud. Muchos creen que el tiempo que dedicamos al sueño es un tiempo perdido, sin entender que ello es vital e indispensable para que el cuerpo recupere su buen funcionamiento, renovándose y fortaleciéndose. Por ejemplo, cuando dormimos nuestro sistema inmunológico se revigoriza, aumentan las reservas energéticas y, con ellas, la concentración, además que se segregan hormonas antienvejecimiento.

-No responda siempre al móvil (más bien desconéctelo a menudo).

-Confíe en los beneficios de su reciclaje como individuo lento. Puede ayudarle esta información: en Wudang, la montaña sagrada del budismo en China, se practican artes marciales. Wudang ha desarrollado el estilo interior: elegancia contenida, fuerza controlada, movimientos lentos. Son virtuosos en el arte de la defensa. El templo de Shaolin, por el contrario, se ha especializado en el estilo exterior: la rapidez, la espectacularidad, la agresividad. Lo suyo es el arte del ataque. Las dos escuelas no compiten, pero les gusta enfrentarse en combates anuales Siempre vencen los monjes de Wudang.

-Hay que aprender a leer. A ser posible, despacio. Letra a letra. Hallar deleite en las palabras.

-Y también hay que aprender a disfrutar con cosas sencillas: un paseo tranquilo sin objetivo; una sosegada tertulia de amigos; labores manuales como el ganchillo, la jardinería…

-Para ralentizar a nuestros hijos, estaría bien reducir sus horas de tele. Permitirles jugar más y no obligarles a memorizar tanto. Disminuir su agenda extraescolar. Que disfruten del ocio porque el ocio es fuente de creatividad.

Hace muchos siglos Nuestro Señor Jesucristo, dijo: “Bástale a cada día su propio afán”. Con esta frase nos animaba a confiar en la Providencia, a no adelantar acontecimientos, a saber esperar, a preocuparnos cuando toca y no antes. Gustaba de utilizar ejemplos de la naturaleza para ilustrar sus enseñanzas –siembra, pesca, cosecha…- e incluso insistió -en la parábola del trigo y la cizaña- en que debemos tener paciencia y no actuar ni juzgar antes de tiempo. Porque es el tiempo el que dilucida qué es trigo, qué cizaña.

La naturaleza posee ritmos periódicos que no se adelantan ni se atrasan. Todo tiene su tiempo. También nosotros.