Un solo pecado echa todo al traste Te ví.Te miré y mis ojos quedaron prendidos. Tu belleza fue especial para mí. Tu sonrisa un cielo. Tu mirada un mundo. Tu gracia al andar, tu cintura, tu voz: el conjunto más armonioso que imaginarse pueda. Te hablé con atropelladas palabras fruto de la emoción y los nervios. Enrojecí hasta las raíces de mis cabellos. Tropecé, sonreíste y me tendiste la mano para levantarme. Tomamos una gaseosa juntos. A partir de ese momento mi universo se volvió una eterna primavera. Pero… ah pero…. qué corto fue ese florecer en mi vida. Te perdí de la forma más tonta. Te fuiste en un golpe contra el capó de un auto conducido por un borracho mientras volvías a casa en tu bicicleta dorada.
«Quién lo había de decir que una cosita tan dulce tuviera tan amargo fin»