No estamos acostumbrados a grandes verdades. Y generalmente al actuar pensamos que hacemos lo mejor. Pero la realidad es a veces chocante y nos noquea y deja una clara imagen.

Este es el sentido de la anécdota a continuación: la historia de la gitana reivindicativa…

La Gitana reivindicativa

Lo vi con mis propios ojos. No son muchos lo gitanos que
dediquen su tiempo y energías a pedir enfrente de las Iglesias, estos días. Son
más los venidos del este de Europa. Las gitanas te desean suerte ofreciéndote
una ramita de tomillo, por la voluntad…

La gitana, ya madura –posiblemente criase crustáceos en el
casco- vio pasar a una señora de esas que van a Misa, pintaditas y con falda,
ya mayorcitas, de ochentaimuchos,
pero aguantando el tipo.
 –      Anda,
nena, guapa, dame argo, por amó de Dio,
que Jesú te bendiga…
Tienen un marketing especial, que toca muchas teclas, en una
relación amor odio, de sobra conocida por el receptor de sus mensajes.

Tocó la fibra y la mujer, laboriosamente, abrió su bolso y
sacó su cartera.

Introdujo sus membrudos dedos y sacó una moneda de 50 céntimos. (Nada es desdeñable en
estos tiempos de crisis, pero uno se espera más…)

La gitana, enfadada, miró la
moneda, y mientras la tiraba lejos le gritó:
–      Que
te den so agarrá, ¿qué quieres que haga con cincuenta céntimos si tengo cinco churumbeles y un marío en el paro? ¿quieres que robe?

La abuela se fue perpleja de lo mal que está el patio.

Pero yo me quedé pensando en que la pobreza existe, que es una gran responsabilidad social para todos
y que no se soluciona con el IRPF, que no parece que vaya a parar a los
bolsillos adecuados. Y si lo fuera ¿qué? Hay gente que sufre y que está en la
calle, pidiendo comida a gritos.

¿Qué ley regula las propinas?
¿Quién se hace cargo de los
pobres?
¿Qué tienen que ver los pobres conmigo?
Me quedé con la pregunta de qué más podría hacer…
(leer anécdota anterior PROPINAS CRISTIANAS )