Enrique III de Navarra (Castillo de Pau, 1553-París, 1610), que sería a partir de 1589 Enrique IV de Francia es un personaje histórico singular. Tras su nacimiento fue bautizado en la fe católica. Cuando tenía seis años abrazó la fe protestante junto a su madre Juana de Albret. Con ocho años volvió de nuevo a la fe católica; pero unos meses después regresó a la fe protestante. Además y según recogen las crónicas, desde 1572 hasta su muerte cambió de religión hasta seis veces, evidentemente por cuestiones políticas o porque peligraba su vida. Finalmente volvió a la fe católica para conseguir el trono de Francia, según él, «París bien valía una misa».