Hace unos doscientos años existía en Formosa una tribu que acostumbraba cazar cabezas humanas para presentarlas a su dios. 

En el año que llegó a ser jefe Goho se cazaron cuarenta cabezas, y Goho sugirió que dedicasen sólo una de éstas al año, esperando que dentro de cuarenta años abandonarían completamente esta práctica salvaje; 

pero después de este tiempo no quisieron dejar esta costumbre, y al fin Goho consintió continuar con ella con la condición que lo dejaran a él elegirla. 

Les dijo que a medio día, por detrás del templo pasaría un hombre vestido de rojo y que a ese podían matar. 

Lo mataron con 12 flechas, y al cortarle la cabeza quedaron horrorizados al ver que era la de su amado jefe Goho. 

La tribu se arrodilló con amargo arrepentimiento y prometieron nunca más cazar cabezas. 

Jesús, nuestro Jefe, entregó su vida para librarnos de nuestros pecados. 

Lo que hizo el Jefe es un símil de la Redención o salvación.