La amistad verdadera

El amor de amistad es el más plenamente espiritual y el proto­tipo del verdadero amor. Es amor de benevolencia mutuo y recí­proco. Es entrega de persona a persona, en total sintonía. Es el amor que Dios desea tener con los hombres, y que querría que tuviéramos los hombres entre nosotros. La amistad está llena de servicio desinteresado, de comprensión afectuosa, de lealtad.

«La amistad verdadera supone también un esfuerzo cordial por comprender las convicciones de nuestros amigos, aunque no lleguemos a compartirlas, ni a aceptarlas». [i]

«No permitas nunca que crezca la hierba mala en el camino de la amistad: sé leal». [ii]

Este amor de amistad es «más fuerte que la muerte». Quizá ésta separa momentánea y físicamente a los amigos, pero no rompe los lazos de amistad. Además, con la muerte del que quedó aquí abajo, se restablece la relación directa. Bueno, no siempre: Es preciso que ambos se salven y se «reencuentren» en el Cielo.

Amigos… ¡para siempre! En pleno caos de persecución religiosa en España, Josemaría tenía motivos serios para temer por su vida. Así lo manifestaba a su buen amigo, también sacerdote, Don Pedro Poveda: -«Si morimos, ¿también seremos amigos en el Cielo?». Coincidieron ambos, con lógica sobrenatural, que en la Gloria se querrían aún más. [iii]

[i] Surco, n. 746
[ii] Surco, n. 747
[iii] El Fundador, pg. 163