Abrir la mano

La dificultad de algunas personas para tener el poder del Espíritu Santo es como la de aquella niña que fue a la sala de estar y tomó un vaso griego de porcelana metiendo la mano por su estrecho cuello para sacar una moneda que vio en su fondo, de la que se apoderó con destreza. Al comprobar que no podía sacar la mano llamó a su madre, pero ésta tampoco pudo conseguir que la niña la sacara.

Llamó al padre, y este tampoco pudo.

Finalmente, la madre comprendió en que consistiría la dificultad y dijo a la
niña.

-María abre bien tu mano, ponla estirada y papá tirará del brazo y te la sacará.
La niña miró a su padre y dijo:
-Papá, si lo hago así se caerá la moneda. 
Padre y madre se echaron a reír pues comprendieron la razón de la aparente dificultad.
Así es con muchas personas que retienen en sus corazones cosas que no quieren soltar.