El viejo reloj cucú de Demetrio marcó las 10:00 de la noche, mientras este apagaba las lámparas de aceite alrededor de su casa para ir a dormir, había sido un día muy pesado. Pasados 8 minutos después de que el reloj le diera la bienvenida a las 10:00 de la noche, cuando ya Demetrio se acomodaba en su cama de paja, se escuchó tocar la puerta.- TOC, TOC, TOC- se escuchaban lentas y pesadas aquellas tocadas, como si quien las diera estuviera sufriendo mucho al hacerlo.

Demetrio algo extrañado, encendió la lámpara que descansaba a su lado en la mesa de noche, y fue destinado a abrir la puerta. Cuál fue la sorpresa de Demetrio al abrirla, alcanzó a ver por el brillo que emanaba su lámpara, a una niña de no más de 7 años, totalmente quemada, que le decía -Agua!!, Agua por favor!, AGUA!!!.

Demetrio con el corazón casi saliéndole por la garganta, cerró la puerta de un azote, cerró las ventanas y casi infartado se acostó a dormir. Al día siguiente, exactamente a la misma hora sucedió lo mismo cuando Demetrio ya se estaba acomodando para dormir.

Fue por eso que al día siguiente se lo comentó, a un amigo que vivía cerca de su casa, y este le recomendó ir a que una señora espiritista que tenía un pequeño tarantín a las afueras del pueblo. Demetrio; que no creía en esas cosas; decidió ir con el objeto de darle fin a aquella molesta situación que le espantaba el sueño todas las noches.

Salió tempranito, cuando a lo lejos divisó el tarantín rojo donde hacía su trabajo aquella vieja bruja. Al entrar, a la señora le dió una fuerte corazonada cuando vio entrar a Demetrio, pero no le hizo caso. -Bienvenido, que desea?- Preguntó Madame lalou a Demetrio. Éste contó lo que le sucedía, y ésta comenzó a llorar. Le dijo que esa niña era su sobrina, que había muerto en un incendio a las 10:08 de la noche, ella estaba dormida, y tenía sed.

Toda su familia murió en ese incendio, pero es el alma de mi sobrina María el que vaga, pidiendo un poco de agua. Demetrio aún con los pelos erizados, preguntó:
– Y no hay forma alguna de hacer que se vaya?, que no me moleste mas?
– Sí, si hay una forma- Dijo la anciana – Cuando la niña se aparezca de nuevo por su casa, sencillamente ábrale la puerta y dele un poco de agua, es la única forma de que deje de molestarlo.

Ese día, Demetrio padeció un escalofrío constante a lo largo de su cuerpo. El reloj, dió las 10. Faltaban 8 minutos!, Demetrio se ponía las manos en la cabeza y sudaba a litros. De repente, se escuchó el crujir de la paja seca, y…… TOC, TOC, TOC.

Demetrio brincó, corrió a la cocina, y tomó agua fresca en un tarro que ya tenía preparado para ese momento. Abrió la puerta. Y ahí estaba, aquel cuerpo casi amorfo a causa de las llamas que la cobijaron aquella noche, a aquella misma hora. -Agua!!!, por favor agua!!, AGUA!!-Suplicó la niña.
Ya con el tarro en la mano y sin pensarlo dos veces, Demetrio le sirvió agua, la cual la niña bebió en un segundo. -Más por favor!!- Le dijo la niña de nuevo.

Éste le sirvió de nuevo. En los ojos de la pequeña niña, Demetrio distinguió perfectamente, como si fuera una película, el momento en el que la niña se quemaba, un frío intenso heló la piel de Demetrio, y en los ojos de la infante, aún se reflejaba el momento de su tragedia. Ya acabado el tarro, la niña se volteó y se fue, atravesando los matorrales, atravesando el bosque como si flotara, hasta que se perdió de los ojos de aquel asustado hombre. Se volteó y se acostó, su cama se encontraba hirviendo!!!, como si fuera el infierno propio.

Al día siguiente cuando fue a buscar leña para su consumo, observó parte del bosque totalmente quemada, del cual obtuvo un exquisito carbón que vendió en el pueblo y que le dió mucho dinero. Dicen, que de esta forma aquella niña dió gracias a Demetrio por saciarle su necesidad, y así, poder descansar en paz.

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