Dios se acercó a un un bebé a punto de nacer, por que quería hablar con Él.

Hola, Dios. Dentro de nada sé que me mandarás afuera, a la tierra, a ver la luz. 

¿Cómo voy a vivir yo sólo en ese mundo de ruidos y de velocidad? 

¡Si soy sólo un niño indefenso!

Siempre me has cuidado tú. 

No me dejes sólo.

No te preocupes mi pequeño. Ya sabes que son muchos los ángeles que me sirven; de entre ellos he escogido a uno para que te cuide. Tu ángel te cantará y te enseñará a vivir con sonidos mágicos y tiernos. Y con mucha paciencia y cariño te enseñara a hablar.

Pero yo no quiero separarme de ti… ¿qué haré cuando quiera hablar contigo? 

Tu ángel te juntará las manos y te enseñará a orar, que es lo mismo que hablar conmigo. 

He oído gritos, ruidos, risas mentirosas… me da miedo tanto hombre malo. ¿Quién me va a defender ahora? 

Tu ángel te defenderá aunque le cueste la vida. 

Creo que estaré siempre triste porque no te veré más. 

Tu ángel te hablará de Mi y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque Yo siempre estaré a tu lado. 

En ese instante ya se oían voces y el niño gritó asustado 

¡Dios Mío, ya me voy! 

Dime… ¿cómo se llama mi ángel? 

Su nombre no es importante, tu le llamarás Mamá.