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LA AMENAZA DE ALBIÓN . GESTA Y PARODIA DEL 25 DE JULIO (MARRERO DELGADO, ÁNGEL LUIS)
Estamos ante una divertida combinación de crónica histórica y novela bufo-épica sobre la gesta del 25 de julio de 1797, fecha en la que el célebre Horacio Nelson fue derrotado en Santa Cruz de Tenerife. El “autor” y protagonista de esta tragicómica narración es don Dimas Feo y Retieso, alias “er tiburón”, un simple hombre de pueblo…¡Pero que hombre! Ex artillero de la Real Armada, mendigo a su regreso al hogar, hermano lego en el convento de Santo Domingo, caballero de fortuna desafortunado y, finalmente posadero en tiempos difíciles. Este personaje tomará parte en la batalla de Santa Cruz como artillero de milicias, y se auto-proclamará nada menos que autentico ejecutor del cañonazo que mancó a Nelson, disputándole tal hazaña al mítico teniente Grandy, y a su todavía mas mítico cañón El Tigre… La controversia está servida, aderezada con grandes dosis de humor y acción , sangre y fuego, en medio de un estremecedor triquitraque de cañones y mosquetes y espesas humaredas de pólvora quemada. En La amenaza de Albión se narran los episodios precedentes a la Gesta del 25 de Julio, siendo su continuación el Leviatán chasqueado, publicado también en esta misma colección.

SEIS PROBLEMAS PARA DON ISIDRO PARODI (BORGES, JORGE LUIS/BIOY CASARES, ADOLFO)
Amantes del género policial, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares dieron cauce de expresión a las inquietudes y solaces fruto de su común afición en los singulares relatos que toman como eje a un «detective» o investigador no menos singular: Isidro Parodi, «el penado de la celda 273» de la Penitenciaría Nacional, que resuelve los casos que le plantean sin moverse de ella. Publicado en 1942 bajo el pseudónimo común de H. Bustos Domecq, SEIS PROBLEMAS PARA DON ISIDRO PARODI está integrado por seis piezas que, pese a ser completamente independientes, van desplegando en un segundo plano ante el lector todo un elenco de personajes que, sometidos a un baño de humor corrosivo que les imprime rasgos y aires propios de «grand guignol», sirven de articuladores de unas tramas que hunden su raíz en la mejor tradición del cuento de misterio.