El convoy de metro entraba en la estación con un ruido ensordecedor. Katie , que se hallaba en el borde del andés, sintió de pronto un fuerte empujón en la espalda. Trastabillo, y, cuando ya creía que nada podría librarla de morir atropellada, tuvo un momento de lucidez y comprendió que alguien quería cortar de raíz sus pesquisas. No cabía duda: alguién trataba de impedir que siguiera investigando porque moría un amigo del compositor cada vez que la Joven Orquesta, en la que ella tocaba el chelo..