Bosnia-Herzegovina ha sido una mezcla de culturas durante siglos, donde los minaretes disputan el espacio a los campanarios de las iglesias. El paisaje natural no es menos diverso, con bastantes cañones profundos, lagos glaciares, picos imponentes y pistas de esquí para los más entusiastas de las actividades al aire libre. Bosnia-Herzegovina es el lugar donde sucumbir a una fildžan (taza) de café en el barrio Bašcaršija de Sarajevo, vagar entre las aldeas de las tierras altas de Bjelašnica y disfrutar de las vistas desde el puente de Mostar.