Situado en la encrucijada de la Ilustración y el Romanticismo, el pensamiento de Herder, esencialmente crítico e intempestivo, tiene una complejidad que no puede reducirse a las derivas irracionalistas que poco tenían que ver con el verdadero sentido de sus ideas. Estas reflexiones sobre la estética, a partir de la escultura, permiten aproximarse al pensamiento de un humanista radical.