El jugador es una novela autobiográfica en la que podemos asistir a dos sensaciones extremas: el juego y la apuesta como iluminación, como poesía, por un lado; como un infierno insufrible y doloroso, por otro. Asimismo, el amor considerado como un mundo donde sólo hay entrega y pasión; pero también como un espacio de recriminaciones, reproches y enemistad. Este descenso a la personalidad del mismo Dostoyevski es enfatizado con una narración en primera persona y al estilo de la forma en que se redacta un diario personal. Ese estilo es acentuado por la circunstancia de que El jugador fue dictada y realizada en menos de un mes. En síntesis: su prosa gira tan rápido como la ruleta.