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EL ESPAÑOL Y LOS SIETE PECADOS CAPITALES (DÍAZ-PLAJA, FERNANDO)
Obra escrita con un humor y una agudeza sobre los que no pasa el tiempo, EL ESPAÑOL Y LOS SIETE PECADOS CAPITALES es una radiografía incomparable de los usos y costumbres de los españoles. «He querido yo enterarme ­dice FERNANDO DÍAZ-PLAJA, en su prólogo al libro­ de lo que es esa difícil, asombrosa, inigualable selva españolaŠ saliendo y viendo fuera otros árboles que hicieran posible la comparaciónŠ Para que este libro naciera se ha necesitado distancia física, no moral. El que describa los defectos españoles, no me libra de ellosŠ Si uno de los caminos para encontrar los ejemplos de este libro ha sido desojarme hacia fuera, otro, igualmente eficaz, ha consistido en buscar en mi interior. Quien firma no es, pues, un juez: más bien resulta un testigo y, a veces, un cómplice.» También de Fernando Díaz-Plaja en esta colección: «Shakespeare y los siete pecados capitales» (L 5041).

WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ . EL CONSERVADOR SUBVERSIVO (DÍAZ-PLAJA, FERNANDO)
El autor explica en el prólogo el motivo por el que fue escrito este libro, que es precisar la imagen trasmitida a lo largo de los años de Fernández Flórez como "escritor de derechas". Díaz-Plaja sostiene que tal calificativo se debe exclusivamente a la colaboración que el escritor coruñés mantenía con el diario "ABC" y al hecho de haber tomado partido por el bando de Franco tras finalizar la Guerra Civil. No obstante, pese a mantener un ideal conservador, en las obras de Fernández Flórez aparecen numerosos textos izquierdistas en los que humorísticamente critica todos los pilares del conservadurismo. De ahí la acepción de "conservador subversivo" que da título a esta obra. El libro, mediante acotaciones a estos textos, intenta explicar lo mencionado anteriormente, abarcando todas las facetas en la literatura de Fernández Flórez.

FELIPE III (FERNANDO DÍAZ-PLAJA)
Felipe III (1578-1621) subió al trono con sólo veinte años. Inteligente y piadoso, fue un hombre de carácter blando y sin ninguna afición por los asuntos de Estado. La caza y el juego absorbieron la mayor parte de su tiempo. Con él se inició la época de los todopoderosos validos, como Francisco Sandoval, duque de Lerma. La corrupción e inmoralidad que introdujeron fue una lacra que pesó durante mucho tiempo en la sociedad española. Los despilfarros del favorito perjudicaron seriamente la economía del país y dieron pie, entre otras causas (como la expulsión de los moriscos), a la aparición de los primeros síntomas de una larga y grave depresión. En 1601, y por imposición del duque de Lerma, la capital se trasladó a Valladolid, aunque retornó pronto a Madrid (1606). Fue una experiencia breve pero carísima. La pérdida de prestigio en el exterior y los indicios de crisis económica no eran tan evidentes que permitan calificar de reinado decadente el de Felipe III. Se mantenía el brillo externo, que en el campo literario alcanzaría sus más altos logros con las obras de Cervantes, Quevedo y Lope de Vega. Pero tras este ilustre brillo literario es innegable que en esta época se inició un declive económico que iba a acentuarse con el tiempo. Y, sobre todo, comenzó la casi siempre nefasta y corrupta influencia de los validos, que tuvieron en muchas ocasiones un poder absoluto.