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FÁBULAS FEROCES (BIERCE, AMBROSE)
El genio satírico de un autor como Ambrose Bierce no podía dejar de sentirse atraído por un género como el de la fábula, que, bajo el disfraz de emblemas, animales o personificaciones, permite a través de historias de apariencia inocua fustigar los vicios, las corrupciones, las bajezas y la estupidez que parecen consustanciales a la naturaleza humana. Este volumen ofrece la totalidad de las feroces fábulas que, teñidas de un humor vitriólico, Bitter Bierce escribió a lo largo de su vida, así las impagables de propia invención, como las reinterpretaciones de otras clásicas reunidas bajo el título «Sierras viejas con dientes nuevos». Lecturas, por su extensión y su contenido, ideales para tiempos cínicos y vertiginosos. Traducción de Aitor Ibarrola-Armendariz

RELATOS – TALES (BIERCE, AMBROSE)
Según las crónicas, el 24 de junio de 1842 nace, en una zona rural de Ohio, Ambrose Gwinet Bierce. Su familia estaba muy cerca de la pobreza más absoluta, lo que se amplificaba con la cantidad de bocas que alimentar. Ambrose tenía otros doce hermanos, curiosamente todos ellos tenían nombres que comenzaban con la letra "A": Abigail, Amelia, Ann Maria, Addison, Aurelius, Augustus, Almeda, Andrew, Albert, Arthur, Aurelia y Adelia. Los responsables de traer estos niños al mundo, Marcus Aurelius Bierce y Laura Sherwood, eran una pareja curiosa. Por un lado, Marcus no disfrutaba con las tareas del campo y prefería pasar su tiempo en su pequeña pero bien nutrida biblioteca. Mientras tanto Laura se encargaba de conducir el hogar con mucho celo y dureza. La infancia de Ambrose estuvo lejos de ser feliz e incluso hay quien afirma que su serie de relatos parricidas son una simple sublimación literaria de sus primeros años. Cuando sólo tenía nueve años Ambrose comenzó a trabajar en una imprenta donde se editaba un pequeño diario. Este contacto tan temprano con la industria de la tinta definió su futura profesión. Sin embargo sus tareas en esta imprenta debieron detenerse abruptamente cuando Ambrose tenía 17 años ya que se vio envuelto en un complicado escándalo amoroso con una señora que superaba los 70 años. En 1861 sucede algo que le cambiaría la vida: estalla la Guerra de Secesión. Bierce se enrola en el Ejército del Norte. Combate en diferentes batallas y en la de Kenesay Mountain resulta gravemente herido. Los horrores de la guerra fueron una gran inspiración para su obra. Cuando termina el conflicto, luego de contraer matrimonio y lucirse en los más diversos empleos, Bierce comienza a trabajar como periodista en San Francisco, donde rápidamente consigue una gran reputación de cronista ácido y sarcástico. Llegó a ser conocido como Bitter Bierce (el amargo Bierce). Sin embargo sus éxitos profesionales se desarrollaban paralelamente con sus fracasos personales. Hacía 1887 escribe artículos tanto para el New York Journal como para el San Francisco Examiner, los periódicos más populares de cada una de las costas de los EE UU. En 1889, y luego de dieciocho años de convivencia, Ambrose Bierce se separa violentamente de su esposa, Ellen Day. Ese mismo año moría en un duelo el hijo mayor de la pareja. En 1890 logra publicar Tales of Soldiers and Civilians, una antología de relatos que significó su consagración definitiva en el ámbito literario. Dos años después lanzaría Can such Things Be? el cual cosecha buenas críticas pero muy poco rédito económico. Un camino similar siguió Fantastic Fables (1899). A partir de 1909 se dedicó intensamente a recopilar y corregir sus escritos. En 1912 se publica Collected Works, sus supuestas obras completas las cuales ocupaban 12 tomos y cerca de un millón de palabras. Se habla de supuestas porque algunos especialistas afirman que estas solo reúnen un cuarto de la producción total de Bierce. La cincuentena de relatos fantásticos que Bierce escribiera fueron suficientes para conseguir un lugar en el podio de los grandes narradores clásicos de literatura fantástica estadounidense, privilegio que comparte con Poe y Lovecraft. Este reconocimiento lo logró con algunos relatos que se pueden considerar como obras maestras del género: "La Muerte de Halpin Frayser" (The Death of Halpin Frayser) nos lleva a un increíble mundo onírico y "La Maldita Criatura" (The Damned Thing) nos enfrenta a un ser invisible empleando una técnica narrativa sorprendente, a través del diario de la víctima. Ambos relatos se reproducen en su versión íntegra y en versión bilingüe en este volumen. Otros relatos fundamentales de este autor son "La ventana tapiada", donde retoma el tema de la catalepsia que tanto obsesionara a Poe; "El dedo medio de pie derecho" donde se lleva a cabo una terrible venganza sobrenatural; "El hombre y la víbora", donde un caballero es fascinado por un extraño animal. La muerte Ambrose Bierce sigue rodeada de tanto misterio como sus mejores relatos. Hasta tal punto que tan solo se puede hablar de supuesta muerte. Muchos lo han intentado, armando algunas hipótesis creíbles aunque nunca confirmadas. Otros se han servido de este misterio para construir historias fabulosas. Lo cierto es que hacia 1913 Bierce, con más de 70 años y varias dolencias físicas, se sentía próximo a su fin. Decidió entonces hacer un viaje. Signado por la melancolía resolvió recorrer la zona donde había combatido en su juventud. Posteriormente se dirigió a México, donde simplemente desapareció. Se dice que su objetivo era reunirse con Pancho Villa. Hay quienes señalan a Ojinaga como posible lugar de la muerte de este escritor. Otros prefieren mantener la intriga, suponiendo que en esta desaparición se encuentra la última gran ironía del genial Ambrose Bierce.

DICCIONARIO DEL DIABLO (BIERCE, AMBROSE)
Las circunstancias vitales llevaron a Ambrose Bierce a adquirir muy joven el defecto ocular del cínico. A los veintiséis, empezó a dirigir en San Francisco el semanario News-Letter, donde firmaba como Town Crier (Pregonero) una columna donde con agudeza, lenguaje preciso y total desinhibición se ensañaba con los hipócritas y los canallas de la política local. En esa columna, nada menos que diez años antes de empezar a publicar (en otro semanario) las definiciones que más tarde conformarían el Diccionario del Diablo, escribe: «No usaré una sola expresión blasfema —fuera del deporte— si no me he enfadado por algo». Este diccionario, construido a lo largo de más de treinta años, lleva hasta el extremo la misma filosofía cínico-humorística que ya empezó a profesar de joven. Catálogo implacable de fallas morales que corroen a los seres humanos, por sus páginas desfilan ejemplos diversos de inmoralidad, egomanía, hipocresía, avaricia, estupidez, falsedad, intolerancia, lascivia, gula, pereza, cobardía, envidia, orgullo, egoísmo.