En una oficina cualquiera, el equipo compartía una pequeña cocina donde la máquina de café era el punto de encuentro habitual. Las tazas, de distintas formas y tamaños, se acumulaban en los estantes. Había solo una norma: cada persona debía lavar su taza después de usarla. Nada más, nada menos.
Todo marchaba sin inconvenientes… hasta que un día alguien dejó su taza sucia en el fregadero (o bacha, como le dicen en otros lugares). Tal vez por las prisas. O quizá por simple olvido. Nadie lo supo con certeza.
Lo que sí ocurrió es que la siguiente persona también evitó lavar la suya. Ya había una taza sucia… ¿qué daño podía hacer una más?
Así, poco a poco, el fregadero se convirtió en un depósito de tazas sin limpiar. Quien quería un café debía buscar una taza y lavarla antes de usarla. Y, como en una cadena invisible, al terminar también la dejaba ahí, sucia, perpetuando el ciclo.
Este fenómeno tiene nombre: se le conoce como el efecto de las ventanas rotas. Sucede en todos los entornos: cuando una norma se incumple sin consecuencias, es cuestión de tiempo para que otros la ignoren también.
🍵 Ocurre con el orden y la limpieza.
🍵 Se manifiesta en los procedimientos.
🍵 Afecta a la cultura del lugar.
🍵 Toca valores como la ética, el respeto y la calidad en el trabajo.
🍵 Y se refleja en la manera de liderar, en la formación del equipo, en la colaboración y en la forma en que nos relacionamos en el entorno laboral.
