En los últimos años, las llamadas emociones han adquirido un protagonismo sin precedentes en nuestra cultura. No sólo se han convertido en objeto de estudio de los más variados especialistas, sino que desde los medios de comunicación se presentan como el objeto más deseable y, por tanto, como un artículo de consumo al alcance de la mayoría. La actual sobrevaloración –o más bien abuso- de las emociones contrasta con la consideración de éstas en la época abordada en el libro.