Como los españoles en general, el cocido es culo de mal asiento, que igual planta sus pucheros en Madrid, que en la Maragatería astorgana, Cantabria, Castilla, La Mancha, Andalucía o incluso Argentina. Podría decirse, tomando palabras de Unamuno, que allí donde se halla un cocido está mi patria. José Esteban ha aliñado un libro, ya clásico entre los clásicos de la bibliografía gastonómica, donde versos, insignes literatos y recetas maridan a la perfección. Que desde el Quijote de Cervantes, y aún antes, no hay autor de talla que no haya mojado su pluma en la sopa de cocido ni alimentado su musa con humeantes garbanzos, chorizos y patatas.