La genial producción novelesca de James Joyce se inició a los treinta y dos años con la aparición de Dublineses, un extraordinario libro de relatos, publicado por vez primera en 1914. Reflejo acre e incisivo de la vida y costumbres de su ciudad natal, Dublín, en los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, esta colección de cuentos y novelas cortas revela ya la extraordinaria maestría narrativa de su autor, cuya adscripción al naturalismo en el tratamiento de fragmentos de vidas, que le presenta como heredero directo de Maupassant y Chejov, le permitió iniciar su producción dentro del género con una auténtica obra maestra.