El de la muerte es un asunto que no puede por menos de ofrecer interés profundo a todo el mundo, ya que la única certidumbre absoluta en la vida del hombre es que un día u otro ha de morir, según nos lo enseña la misma muerte al arrebatarnos de la vista los seres queridos. Pero, no obstante el interés universal de esta cuestión, tal vez no haya otra en que sean tantos y tan graves los errores de la gente. Es imposible calcular la cantidad enorme de tristezas, terrores y miserias completamente inútiles que ha sufrido el género humano por su ignorancai supersticiosa en lo tocante a esta importantísima materia. Sobre el particular hay entre nosotros un cúmulo de falsas y absurdas creencias que por haber causado indecibles males en el pasado y estar causando inmensos sufrimientos en el presente, fuera su desarraigo uno de los mayores beneficios que pudieran recaer sobre la humanidad. Examinemos uno por uno los errores más graves que predominan sobre la muerte y procuremos evidenciar su falacia. Algunos tienen carácter de errores religiosos, dimanantes de la adulteración del cristianismo primitivo en las iglesias actuales, con pérdida de gran parte de su vitalidad y eficacia. Sin embargo, dejaremos para más adelante el examne de los errores religiosos acerca de la muerte, y estudiaremos primero algunas de las supersticiones populares más extendidas sobre tan importante asunto.